De regreso a New York


A mi padre

José Gregorio Méndez




El presente Blog está dedicado a mi fallecido padre José Gregorio Méndez, quien siempre fue mi guía para asumir cualquier reto o emprendimiento,  pues él me inculcó la constancia y la perseverancia en los objetivos. De él heredé también la pasión por la escritura.
Este trabajo lo inicio en una primera etapa de crónicas autobiográficas (2014), que tienen como elemento común, un circunstancial pasaje o trance anecdótico; algunos si se quiere graciosos, otros, un tanto infames.



Olimar en Albany



Fabiola



De regreso a New York
F
Abordé el bus de regreso a New York, después de pasar dos días con mi hija Olimar, su esposo Rolando y mi nieta Fabiola en la ciudad de Albany, capital del estado de New York; una ciudad muy particular con llamativas edificaciones por sus singulares diseños arquitectónicos, donde funcionan entes oficiales, universidades y colegios. Fueron dos cortos días llenos de temas pendientes, atenciones reciprocas y afectos acumulados en el pasivo de la morriña familiar.

F
Al subir al bus pensé en escribir, porque cuando se lee a Leonardo Padrón, es muy difícil zafarse de la idea de hacer alguna vez crónica de un momento estelar. Para mí lo fue este viaje por dos razones: 1) asistir al US OPEN, así fuere por dos días; es una experiencia inolvidable, aun cuando no pude ver al ídolo de todos, Roger Federer, (acababa de ser eliminado sorpresivamente en su primer match) ya que no llegué a tiempo para ver quizá la actuación que nos propone su adiós del tenis (en esta predicción como muchos equivoqué mi análisis, pues Federer regresó después de este Gran Slam y para fascinación de todos sigue conquistando nuevamente los más preciados torneos Master 1000). Esta disciplina deportiva, cuya pasión descubrí demasiado tarde,  me ha animado la vida en la etapa más difícil de todo hombre útil: la edad de 55 años, cuando comienzas a aceptar tu verdad, eres viejo.

En el US OPEN


Lo otro fue reencontrarme con mi hija Olimar y mi nieta Fabiola, a quienes la violencia de mi país y el clima político les llevó a vivir muy lejos de mí y no sé si esa separación sea definitiva, pues Venezuela parece caer en un abismo social y económico del cual muy probablemente no resurja en décadas. Mi visita a Albany tuvo su anécdota infame, tramitar la boletería de mi vuelo de regreso a Venezuela.
El viaje en el bus solo me sirvió para escribir estas notas animado por Padrón y el silencio de los pasajeros gringos que parecían zombis, como si no respiraran y menos hablaban. La pasajera a mi lado, una asiática con su iPod parecía asustada, como si le incomodara que yo pensara. Opté por dejar de escribir y trate de dormir...




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