Cuando Maduro se vaya
Suena bien esa afirmación si fuese a ocurrir pronto ¡verdad!.
Pero lo dudo. Me pregunto si han hecho los venezolanos algún ejercicio de
imaginación sobre lo que serán sus vidas dentro de unos tres años o más, cuando
expire de forma natural el régimen rojo rojito, considerando la velocidad del
empobrecimiento y la desnutrición que nos ha impuesto este maldito régimen de
Chávez - Maduro y su pandilla de mafiosos militares y civiles durante –para ese
entones- veinte años. He hecho ese
ejercicio mental a partir de la clase media empobrecida o de lo que quedaría de
esta para ese momento.
Muy probablemente, para el año 2018, en la hipótesis más
probable que el referéndum revocatorio no se efectué gracias a las
marramucias de la Lucena en conchupancia con Maduro y su bufete de la
impudicia el tsj, si habrá elecciones presidenciales para escoger al nuevo
inquilino de Miraflores. Seguramente el candidato del moribundo gobierno será
la consentida hija del mayor responsable de la ruina de este país, el galáctico
de Sabaneta. Muy oronda ella, tratando de ocultar su riqueza mal habida y
enarbolando banderas de una revolución perdida, estará acompañada por los
grupitos de zombis y atorrantes a
sueldo que todavía auparán su nombre –María Gabriela- como atormentados borrachos en “delirium tremens”. Esta bufa candidata sin duda será arrasada
por un pueblo mal nutrido y famélico,
obstinado de la tortura de lesa humanidad
que aun imperará en las puertas de los supermercados que queden en pie para
diciembre de 2018.
posible construir un nuevo y mejor país sobre los escombros que
deja el régimen más dañino, miserable, fascista, cínico, totalitario, corrupto,
delincuente y hambreador que ha soportado esta tierra en toda su historia desde
la Independencia.
La sociedad devastada se sentirá arribando exangüe al final de
una guerra muy larga y cruenta. Las colas en los centros de votación cundirán
de seres famélicos, achacosos, atormentados,
desnutridos, resignados y aun voluntariosos. Muchos con una sonrisa de
satisfacción de saberse sobrevivientes. Otros tristes, porque sabrán que sus
hijos no volverán a pesar de sentir la víspera del destierro de los miserables
rojos, pensando que cuando se animen a
volver muy probablemente no les encontrarán con fuerza para abrasarles o
demasiado tarde para encontrarles con vida.
Muchos de los que asistiremos –Dios mediante- a esa marcha
triunfal, sabremos que los escombros de este país arrasado no será posible
ayudar a levantarlos sin la convicción de haber hecho justicia con los presos
políticos, comenzando con haber castigado a sus verdugos.
Imagino por esos días una ciudad con tránsito de día feriado;
muchos carros viejos y caras resignadas. El parque automotor habrá descendido
vertiginosamente dados los costos en
dólares de los vehículos nuevos y las costosas reparaciones de los usados, como
consecuencia de la escasez de repuestos importados. Esta situación obligará a
muchos a abandonar la comodidad de sus vehículos y caminar, usar bicicleta o
tomar un colapsado y fatigado Metro, pues las carreras de taxis –chatarras-
solo quedarán para unos pocos con algo de dinero y emergencia. Las aceras y
brocales en su peor estado de mantenimiento por los deficientes presupuestos de
las alcaldías y de los ministerios –sin poder popular y sin recursos- de
infraestructura o no sé de qué otra berenjena, nos recordarán cualquier ciudad
pobre del Caribe en su ocaso. La basura cundirá en cada esquina por las mismas razones.
Las entradas a las estaciones del Metro, atiborradas – ya algunas hoy lo
proyectan- de buhoneros, delincuentes y mendigos, nos recrearan las viejas
películas filmadas en el centro de Calcuta.
La economía seguirá su fatídica recesión y decrecimiento. La
inflación, la delincuencia y la insuficiencia de medicamentos habrán menguado
la vida de muchos más venezolanos. Espero que ni ustedes ni yo seamos víctimas de estos males.
Mi hija mas joven, ya graduada entonces, como muchos otros
venezolanos, habrá alzado vuelo hacia –España o tal vez Argentina quiere ella-
otro país buscando oportunidades de crecimiento profesional y de realización de
sueños. Apostarán por una vida más segura y digna, pues realmente aquí no
tendrán oportunidad alguna para sus proyectos más modestos como adquirir un
vehículo nuevo, una vivienda, casarse e independizarse, o la más simple,
divertirse en sana paz.
Yo espero para entonces no haber colgado la raqueta, ni las
esperanzas de un retiro en Margarita, eso sí, ya recuperada “laisla” del deslave revolucionario.
v
loco jajajajajaja que pensamiento tan ridiculo
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