Oliver había decidido vivir en otro lugar del país su tercera edad.
Un hecho que no estaba en sus planes le hizo cambiar la decisión tomada unas cuantas semanas atrás. No me iré del país
– dice inseguro- salvo que nos venga con esta fraudulenta Asamblea Constituyente, un recrudecimiento
de la dictadura comunista actual, aun más horrible, que me vea obligado a
cruzar la frontera por los caminos verdes porque no me terminan de renovar el
pasaporte y dudo que me lo entreguen después que el SEBIN se ha paseado por mi
blog. Ha regresado a la ciudad de Mérida a dar el pésame a la
familia de su recién fallecida tía, que
murió de la penosa enfermedad de Alzhéimer y él no pudo asistir a sus exequias.
Tuvieron que pasar
tantos años
-reflexiona en el camino- y haber fallecido mi tía para que yo
decidiera regresar 24 años después. El mismo tiempo que tengo en mi segundo
matrimonio. No había vuelto a ver a su familia de Mérida desde que se casó
por segunda y última vez. -dice en tono de sentencia no solo por su edad sino por convicción-. De esa etapa de su vida 18 años bailando pegado al son de la infame
“revolución”. Estos psicópatas comunistas
no se han ahorrado tormentos y lacrimógenas sobre las parejas venezolanas
-nos dice conmovido- Yo creo que esta
ignominia de gobierno tiene su cuota de culpa en el nuevo rumbo que ha tomado mi vida.
Pero también es cierto que a veces vivimos silenciosas o solapadas revoluciones
personales o familiares que no las percibimos plenamente sino cuando
sobrevienen circunstancias que nos hacen reflexionar sobre cuánto cambió
nuestra vida y su entorno desde que tomamos aquella emocionada y poco pensada decisión.
Pero volvamos a lo que nos trae a este relato. Casi no reconozco la ciudad de Mérida donde
viví mi “exilio” a la salida del gobierno de Luis Herrera por allá en 1979.
Sobre esta bonita experiencia puede leerse en mi blog “Mi exilio en Mérida”
escrita el 30 de marzo de 2014. Muchas construcciones han modernizado la
entonces pueblerina ciudad de estudiantes o “de los caballeros” como
recuerda le decían. La zona donde sobreviven sus tías, “La Pedregosa”, una
bucólica barriada que ha devenido en zona exclusiva de la oligarquía merideña, le luce irreconocible. Ahora se han
levantado una serie de conjuntos residenciales integrados por villas muy
lujosas. La arquitectura moderna en toda la zona hace que la modesta vivienda
de sus tías contraste abruptamente. Los vecinos comentan que el narcotráfico y
el lavado se enseñorearon en esa zona y que sus tías jamás aceptaron conversaciones con elementos extraños que pretendieron
comprarles la casita para levantar una mole de esas.
Muchos durante esta rovolucion se ven reflejados con esta historia, gracias por reinvindicarlos con esta hstoria
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