Este parece ser el título idóneo ante la diáspora más
multitudinaria que recuerde la historia de América, y el hecho de que ese
desplazamiento en masa arrastra a la mayoría de la oposición beligerante. Se
estima que para diciembre de 2.018, la cifra de venezolanos que habrán
abandonado el país alcanzará la escalofriante cifra de siete millones de
personas. Esta población migrante la componen en su mayoría gente de la
oposición: jóvenes y también mayores, profesionales y técnicos, acosados por la
hiperinflación, el hambre, la delincuencia y la barbarie comunista. Esta triste
realidad puede inferirse de algunos elementos:
"Uno de los fenómenos más característicos del caso
venezolano será, sin lugar a dudas, la pérdida de población. Huelga decir que
esa pérdida sigue ocurriendo. De no salir Maduro del poder, la situación
continuará irreversible. Puede parecer una exageración, pero en una década, los
venezolanos que viven en el territorio nacional podrían reducirse a 20
millones, lo que equivale a decir que, en aproximadamente 3 décadas, 33% de los
venezolanos emigraría”. (Editorial de El Nacional- 25/06/2018)
Los venezolanos definitivamente son unos seres bien extraños
o muy pragmáticos. Ante la impotencia para derrocar al dictador y seguir
sufriendo las penurias de un gobierno infame optan por largarse a bregar una
vida digna en otro país.
Lamentablemente la mayoría de quienes han optado por migrar
son precisamente gente osada y talentosa, características también de los que
asistían hasta el año 2.017 a las marchas y concentraciones de la oposición,
razón por la cual los pocos llamados que los líderes de la resistencia han
hecho últimamente a manifestar no han contado con la presencia masiva de estos,
sino verdaderas concurrencias “escuálidas”, intimidadas además por el miedo
inoculado por la represión de la dictadura y además su dedicación a la rutina
infame de cazar alimentos y medicinas y efectuar trámites para la
migración, Por ello, la misma convocatoria fraudulenta de
elecciones presidenciales tampoco contó con el apoyo de los electores de
oposición, pero más por la razones obvias de su ausencia en el país y la
confusa convocatoria de los líderes de la oposición, que por la convicción de
que esa elección no produciría ningún beneficio para los venezolanos.
Ciertamente Venezuela va camino de convertirse en otra Cuba,
donde predomina una población de parásitos dependientes exclusivamente de las
dádivas del gobierno cubano. El “nuevo hombre” que propicia el chavismo son
fundamentalmente vagos cooperantes, invasores, barrigonas y dependientes de bolsas
de alimentos, pensiones y bonos. Poco importa el trabajo productivo, lo vital es “la rodilla en tierra”.
Surge entonces la pregunta de quiénes van quedando en el país
a hacerle el juego al gobierno y a su obsesión por mantenerse en el poder para
evitar una celda en el imperio norteamericano.
En efecto, se quedarán en Venezuela los que no pueden irse
por diferentes razones: la vejez inhibe ese salto al vacío; el miedo al abismo
que puede significar para muchos dejarlo todo y abandonar su tierra; la falta
de recursos mínimos para enfrentar la incertidumbre y la soledad en una nueva sociedad;
la separación familiar en algunos casos donde los vínculos afectivos son contundentes;
los que disponen de excelentes ingresos que les permite aun soportar la
carestía (enchufados del gobierno, contratistas, ricos de cuna,
narcotraficantes, pranes y bachaqueros mayoristas, militares corruptos, la
banda de los enanos y demás abyectos especímenes de esta fauna chavista); los
que no se van por convicción “ideológica” tales como militantes del PSUV,
miembros de la fraudulenta asamblea nacional constituyente, miembros de
colectivos y bandas armadas por el gobierno; los imbéciles creyentes en la
“guerra económica” de la derecha y del imperio norteamericano; los que se creen
ajenos o indiferentes por ignorantes y no opinan ni participan en contra del
gobierno “porque sino trabajo no como” pensando que así estarán a salvo de la
tragedia comunista. También se mantienen ajenos a la diáspora, pero “rodilla en
tierra”, los parásitos voluntarios que reciben bolsas CLAP, y pensiones de
hambre, felices de recibir esas dadivas humillantes.
Los analistas políticos venezolanos para apuntalar las
propuestas electorales se empeñan en señalar que la oposición en Venezuela es
mayoría, sin detenerse a pensar que tal mayoría de electores si bien es
numéricamente cierta ya que este infierno de gobierno no pueden desearlo sino
los imbéciles y los enchufados, no se
expresa o traduce en votos al momento de las consultas electorales ya sea
voluntaria o involuntariamente porque la mayoría de esa mayoría no acude a las
urnas electorales, unos porque ya no pueden votar como los emigrados o exiliados
que cada día son más, otros porque no quieren o mas bien temen, como los
sujetos al chantaje de las misiones, pensiones o sanciones, por las distintas variables antes comentadas y por supuesto, los proverbiales indiferentes a los
cambios de gobierno y a los males de la sociedad.
La oposición en Venezuela hoy se reduce a los guerreros del
teclado que batallan en Twitter, Facebook y otras manifestaciones virtuales,
cada día menos visitadas por los seguidores. La calle dejó muy tristes recuerdos
de los gritos de libertad acallados por la represión criminal.
Por todas estas razones Oliver
es un convencido de que por la vía electoral no saldremos nunca de esta
pesadilla. Que no queda más opción a los que deseamos vivir o morir en un país
mejor que largarse a otro. Concluye con este epitafio:
Que se queden a cuidar
este rancho de país los que aspiren vivir el resto de sus vidas en medio de la inmundicia, la
impudicia y la injusticia..
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