Las últimas escaramuzas
Tomado de una conversación entre Oliver y el junior:
-Padre, es increíble que las ambiciones de un grupo político
puedan hacerle tanto daño a un país. Una guerra con otro país nos hubiera
causado menos daño que el que la llamada “revolución bolivariana” ha ocasionado
tanto a las riquezas de nuestro país como a nuestra población. Porque una
guerra no nos hubiera dividido como sociedad, ni habría disuelto tantas
familias, unas a raíz de la rivalidad política y el odio inoculado desde los
tiempos de Chávez y otras porque no volverán a ver sus hijos que se fueron a
tierras muy lejanas en busca de dignidad y prosperidad.
El más reciente artículo del académico Ricardo Hausmann da
cuenta de un futuro desconsolador para los jóvenes venezolanos. Calcula que de
implementarse a la brevedad y con disciplina los cambios estructurales que
requiere la economía venezolana, quizá para el año 2.030 podrían llegarse a
recuperar los niveles de vida que imperaban en el año 2012.
-Hijo, esta es una sociedad enferma donde cada familia libra
batallas emocionales constantemente para sobreponerse a las dosis de idiotez y
cinismo que emanan regularmente de los discursos y anuncios de los voceros
gubernamentales, aplaudidos sin pudor por muchos venezolanos ignorantes o
beneficiarios paupérrimos de las limosnas del chavismo.
-Padre, vivimos el stress de la duda y el miedo ante la
posibilidad de irnos a otro país por no quedarnos otra opción, o soportar no
sabemos hasta cuando esta bizarra convivencia que nos está matando a unos más
lentamente que a otros.
Oliver se vio obligado por las circunstancias de costo
mantenimiento a vender su carro europeo turbo y moverse en taxis cuando la
distancia o la naturaleza de la diligencia le imponen esa opción, pero jamás se
imaginó lo infame que se había convertido la vida de los habitantes de Caracas
cuando deben hacer uso de ese servicio ya que la falta de efectivo suficiente y
los precios que cobran los taxistas inducidos por el alto costo de los
repuestos y también por algo del instinto bachaquero que parece anidar en esas
almas, hacen prácticamente imposible una solución cuando no media la confianza
en el postpago.
Ahora chatea con la única amiga que dejó en Maracaibo
durante su estancia de cuatro meses en el edificio Makedonia:
Hola Sandra, cómo te va en ese pequeño infierno?
- Que te puedo decir, sin luz, ni agua y la basura nos ha
sitiado por los cuatro costados.
- Te cuento que el junior tuvo que mudarse temporalmente a
Cabimas, se le fundieron todos los acondicionadores de aire, las reparaciones
son impagables. No soportó tanta infamia, al menos en ese pueblo vecino como
que les llega la luz con más frecuencia y corre alguna brisa de noche. Pero más
difícil te debe resultar a ti que eres una funcionaria del gobierno en PDVSA.
No puedes ni quejarte. Cómo haces para soportar estoicamente y sin chistar esa
barbarie?
- Tú sabes que no me queda de otra. Pero estoy perdiendo la
fe en esta gente. Ya no me visto de rojo porque siento vergüenza.
- ¡Qué pena muchacha! No has pensado en irte, tú eres joven y
buena profesional, ¡estás a tiempo!.
- Es muy cuesta arriba sola y con un chamo tan pequeño,
aventurarse en un destino incierto. Menos, separarme de él, no lo haría por
ninguna circunstancia.
- Te entiendo, porque apartarse de un hijo, por la razón que
sea, deja un vacío muy grande. Yo estoy pasando ese trance desde que Oriana se
fue. Ya siete años atrás tuve que despedir en Maiquetía a Olivia que se fue a
Canadá y tengo seis años sin verla. Al menos está bien y casada. Pero también
me dejó un inmenso vacío porque es una muchacha de la última generación de
venezolanos que aun pide la bendición.
Oliver interrumpe el chateo para tomarse una infusión de
“Dulces sueños”, manzanilla con Tomillo, que encontró en un gabinete de la
cocina donde parecen suspendidos en el tiempo una centena de frascos de
remedios y vitaminas abandonadas por Boni cuando tuvo que hacer sus maletas
apresurada para irse a Argentina. Se apresta a intentar una noche de
descanso sin interrupciones por el insomnio que lo acosa. Procura animarse a
terminar de leer “Los Desterrados”, una antología de crónicas de Eduardo
Sánchez Rugeles, sobre todo por el tema de la diáspora que atormenta sus
inmediatos planes. De esa lectura encuentra sorprendentes algunos
pasajes.
Este Rugeles -piensa Oliver- no deja de sorprenderme con sus
osadas ficciones. Su post “La conspiración”, Toda la verdad sobre la
mudanza del Archivo General de la Nación -acontecimiento real- relata en su
Episodio 3 una supuesta correspondencia erótica que mantuvieron Bolívar y
Andrés Bello entre 1808 y 1812.
De esta –imaginaria- documentación dizque descubierta por el
pintor Tito Salas, se pone al descubierto la insospechada “homosexualidad” del
más grande prócer de la independencia suramericana y del maestro Bello. En
ninguna parte de ese post publicado originalmente en el portal ReLecturas se aclara que se trate de una
ficción, pues pareciera más bien una crónica de esas confeccionadas con
imaginación y humor para asaltar las gradas. Para la fecha de esta
escatológica revelación Hugo Chávez Frías atravesaba el gran drama de su penosa
enfermedad y muy probablemente no tuvo conocimiento, ni él ni sus más cercanos
alabarderos, de este ultraje a la memoria del padre de la patria, pues de lo
contrario seguramente este joven escritor habría dado con su laptop a la tumba
del Sebin en Plaza Venezuela por semejante atrevimiento literario. Otra ficción
que Rugeles pinta en clave de crónica es una supuesta novela erótica escrita
por Rómulo Gallegos, titulada "Doña Bárbara en Sodoma y Gomorra" que
revela según este descubrimiento el talante originalmente porno del respetado
escritor.
Continúa....
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