Antesala al exilio
Prólogo
La vida de Ignacio es un compendio de frustraciones y abandonos en un país que, como un naufragio sin puerto, se hunde irremediablemente. Para él, Venezuela se ha convertido en una tierra de ruinas, marcada por una desesperanza que parece interminable, donde las promesas de cambio son meras ilusiones en el viento. Obligado a regresar desde su exilio en Buenos Aires, Ignacio enfrenta una realidad que lo enfrenta con su propio reflejo: un hombre desgastado por el peso de un pasado que lo persigue, atrapado en un presente que parece negarle toda salida.
En este relato, el regreso de Ignacio no es solo físico, sino también una inmersión en las cicatrices de un país herido por la corrupción, el autoritarismo y la crisis pandémica que se abate sobre el mundo. Como un espectador atrapado en su propia tragedia, Ignacio debe lidiar con la pandemia del Covid-19, el deterioro de los servicios públicos y la asfixiante presencia de un régimen que parece haber encontrado en el miedo y la represión las herramientas para su supervivencia.
Ignacio lucha por concretar sus asuntos pendientes, buscando escapar de una vez por todas de ese infierno que lo retiene. Sin embargo, las circunstancias parecen conspirar para mantenerlo atrapado, recordándole que, a veces, la libertad no es más que una promesa inalcanzable. Es una historia de resistencia y de resignación, donde cada intento de fuga se ve truncado por el peso de un destino que insiste en mantenerlo en tierra.
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Forzado por las circunstancias, Ignacio regresó de Buenos Aires a lidiar con algunos asuntos pendientes en su destartalado Titanic suramericano. Su país se hundía en una tormenta perfecta, arrasado por el desconsuelo colectivo. Los líderes de la oposición habían fracasado estrepitosamente en su intento de derrocar al sátrapa, dejando tras de sí una serie de episodios patéticos, casi fantasmagóricos.
El tirano mantenía el control a sangre y fuego sobre una población famélica, silenciada por las balas y el miedo que infundían los temidos escuadrones de la policía represiva. Las penurias que afligían al país ya eran tema de foros internacionales sobre derechos humanos, pero Ignacio necesitaba regresar para cumplir con trámites migratorios y vender unos activos que se deterioraban en su abandono.
Apenas puso pie en el aeropuerto, se encontró con el inicio de la cuarentena por la pandemia del Covid-19, una amenaza mortal que, según algunos, se originó en prácticas repugnantes con murciélagos en Wuhan. Otros, más escépticos, atribuían el virus a siniestros planes del gobierno comunista de Shanghái. En ese momento, Ignacio sintió que la suerte lo había abandonado.
Como si las plagas que trajo el comunismo no fueran suficientes, ahora el país debía enfrentar otro tormento. Afortunadamente, el virus no se propagó con la misma fuerza en un país ya diezmado por la crueldad del régimen. El dictador, por supuesto, se atribuía los bajos índices de contagio a sus absurdas restricciones, ignorando que tal vez era la divina compasión lo que protegía a los moribundos.
Ignacio comprendió que la pandemia había paralizado todos sus planes. Sin embargo, al ver los números catastróficos que mostraban los noticieros sobre Estados Unidos y Europa, empezó a pensar que no había tenido tan mala suerte después de todo.
Durante meses, todos soportaron el confinamiento y el distanciamiento social. Ignacio, como tantos otros, quedó varado, solo, en su país. Pasaba los días jugando al tenis de manera discreta en la pequeña cancha de su edificio, junto a viejos compañeros de juego. Las restricciones habían cerrado los parques y clubes, pero la soledad y el aburrimiento lo empujaban a buscar cualquier escape.
La cocina, los noticieros, la lectura y Netflix llenaban el resto de sus días. El año 2020 avanzaba como una tortura sin fin, con noticias sombrías que presagiaban más privaciones y mascarillas. Unos días antes de que comenzara la cuarentena, había logrado obtener la prórroga de su pasaporte, pero las oficinas públicas cerraron indefinidamente. Tuvo que esperar nueve largos meses para retirarla, con una vigencia ya mermada por el virus.
Las colas para la gasolina eran infames. Decidió dejar en consignación su vieja Blazer, temeroso de usar el transporte público, donde la gente se amontonaba sin mascarillas. Caminó cinco kilómetros hasta las oficinas de migración, y aunque el paseo le dolió más en el alma que en el cuerpo, por la miseria que vio en las calles, lo asumió como un castigo por los días sin ejercitarse.
Finalmente, recibió la prórroga, pero no sabía si estaba más feliz por poder ver de nuevo a su hija y su mascota, o porque pronto abandonaría ese país caótico, que lo sumía en un estado depresivo.
Con la llegada de diciembre, recordó con nostalgia su última visita a la playa, tres años atrás. Este año, para romper con la rutina pandémica, decidió pasar la Navidad en la costa occidental con la familia Medina, quienes se habían convertido en su nueva familia tras acoger a su anciana madre. Le reconfortaba saber que ellos la cuidarían en su ausencia.
Sin embargo, los días finales de diciembre trajeron un aumento en los contagios y el dictador amenazó con una nueva cuarentena, suspendiendo vuelos y dejando en el aire un clima de corrupción subyacente. Ignacio temía que esos acontecimientos retrasaran su huida de ese infierno.
Esos fueron, probablemente, los últimos días en que vería a su madre antes de partir definitivamente hacia la Patagonia. Se enfrentó a ese momento con estoicismo, dejando todo en orden y en buenas manos para cualquier eventualidad. Solo faltaba que la agencia de viajes le comunicara la fecha de su vuelo.
Aunque algunos países habían comenzado la vacunación, nuevas cepas del virus aparecieron, echando por tierra la esperanza de una pronta relajación del confinamiento. El invierno en Europa trajo consigo un recrudecimiento de las medidas, y lo que parecía el final de la pandemia se transformó en una nueva ola de incertidumbre.
Los planes de Ignacio volvieron a estar en pausa, y nunca imaginó que la espera para regresar a su exilio le tomaría casi dos años.
Interesante descripción de los avatares de muchas almas en pena que deambulamos en el país de Ignacio.
ResponderEliminarInteresante descripción de los avatares de muchas almas en pena que deambulamos en el país de Ignacio.
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