"La incondicional"






En el vasto escenario de la vida, hay encuentros que desafían el tiempo, los compromisos y hasta la razón. Ignacio, como tantos otros, se ve atrapado entre dos mundos: el de la responsabilidad, encarnado en su vida conyugal, y el de la pasión, que late al borde de lo prohibido. En este relato, no hay héroes ni villanos, solo seres humanos atrapados en la telaraña de sus deseos, ansiedades y frustraciones. La historia de Ignacio y Martha nos lleva a recorrer el filo del abismo, donde cada paso puede desencadenar el desenlace más inesperado. A lo largo de estas páginas, descubrimos a un hombre que, bajo la aparente estabilidad de su vida profesional y familiar, oculta una necesidad insaciable de emociones extremas. Su atracción por Martha, una compañera de trabajo y vecina, es más que un simple capricho: es el eco de una búsqueda constante de algo que parece estar siempre más allá de su alcance. En este romance, el peligro, la pasión y el suspenso se entrelazan, dejando entrever cómo el amor —o lo que Ignacio percibe como tal— se convierte en una fuerza arrolladora que lo empuja a actuar sin medir las consecuencias.

Mientras el relato avanza, el lector se sumerge en una espiral de encuentros furtivos, mentiras y secretos. Pero más allá de los episodios de lujuria y los peligros que rondan a los protagonistas, este es un relato sobre los límites que estamos dispuestos a cruzar en busca de lo que nos hace sentir vivos. La vida de Ignacio está marcada por esa dualidad constante: el anhelo de lo inalcanzable y la inevitable caída hacia la realidad. En última instancia, esta es una historia de deseos que, aunque reprimidos o satisfechos temporalmente, dejan una marca imborrable. Las decisiones, las renuncias y las consecuencias pesan en cada línea, mostrando que, aunque el tiempo pase, hay recuerdos y emociones que no se desvanecen, sino que permanecen, como fantasmas, acechando en la memoria.


Tú, mi eternamente tú

Un hotel, tu cuerpo y un adiós
Tú, mi oculta amiga tú
Un golpe de pasión
Amor de madrugada"

Luis Miguel


Pasaron unos años del casamiento primigenio en los que la conducta de Iñaki estuvo solapada por su formación profesional. Sus devaneos no pasaron de barras y una que otra parranda inevitable un viernes último de mes.

Después, cuando el tren de una nueva vida se detuvo para que Ignacio subiera, este aceleró los pasos y la historia tomó un rumbo fascinante para él.

Cada vez que Ignacio escucha “Mi eterno amor secreto”, esa sensiblera canción interpretada por Marco Antonio Solís en su estilo ranchera-balada o la versión de Olga Tañon en salsa, le vienen a la memoria sus grandes amoríos, ya que casi todos fueron furtivos. Lo fueron porque él era casado, su estado civil por naturaleza desde que alcanzó la mayoría de edad y el de ellas también, casi todas. “No desearás la mujer de tu prójimo” es el mandamiento más ultrajado por Ignacio en su edad de oro. Al parecer, se le daban bien los romances al borde del abismo.

Recuerda en especial a su vecina y compañera Martha. Ambos trabajaban en la firma internacional de recursos humanos The Adecco Group.

Él en un cargo gerencial y ella despuntaba para ocupar en poco tiempo un cargo similar en otra unidad. Las oficinas, muy vinculadas por las tareas, les hacían coincidir con frecuencia en reuniones de trabajo. A él le atraían sus piernas y sus destrezas. Seguramente también su trasero.

Antes de trabajar juntos no se conocían a pesar de vivir separados solo por un edificio en Los Palos Grandes. Al parecer, esas reuniones de trabajo pusieron al descubierto no solo el talento de ambos para el análisis de perfiles profesionales, sino una reciproca atracción física. Ella admiraba su inteligencia, se lo confesaba.

Se trataban con cierta distancia por la condición de ambos casados o en pareja. Pero esos vínculos hacían aguas. Al poco tiempo Ignacio escaló una posición directiva en la firma y su mundo cambió.

Era ahora un ejecutivo que tenía una intensa vida social. No tardó entonces en despertar en Iñaki el deseo de hablarle sobre su gusto por ella. La quería ver y tener cerca. Ya Martha lo había percibido en una ocasión que él la tomó del brazo al saludarla. Así se lo hizo saber Martha cuando hablaron:

–Me transmites una sensación cuando me tomas del brazo, que no puedo pasar inadvertida.

Así comienza esta historia de amor furtivo, lleno de muchas expectativas y no menos episodios cargados de adrenalina.......






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