De la infidelidad


De la novela "El Síndrome de Romeo"



Pero, por supuesto, ese desliz no pasó desapercibido. Maritza se enteró de la francachela que organizaron en su ausencia. Alguna modelo leal a Mary le contó los detalles. También supo de la traición de su Romeo. Lo único que no llegó a saber fue del deseo oculto de Mirtha de quitarle su lugar.

—¡Esa perra me las va a pagar! —fue la sentencia que Romeo escuchó apenas cruzaron miradas.

Maritza no perdió tiempo. Citó a Mirtha a tomar café en uno de los salones que la banda utilizaba para sus reuniones. Allí, sin rodeos, le reprochó haber seducido a Romeo y le dejó claro que quería verla fuera de la banda por traición. Mirtha, sin inmutarse, solo asintió en silencio, sin ofrecer excusas.

Más tarde, Maritza confrontó a Romeo, y la tensión subió con cada palabra.

—¿Por qué te acostaste con esa zorra?

—¡Fue una noche loca, estaba drogado! —respondió él, a la defensiva.

—¿Y no eres capaz de ser fiel?

—Maritza, la fidelidad es un mito. Eso no tiene nada que ver con deslealtad. A quien amo es a ti.

—¡¿Que no existe?! —Maritza exclamó, incrédula—. Claro que hay hombres fieles, y yo merezco uno.

—Son fieles por miedo, por conveniencia, por fundamentalismos religiosos o porque no tienen ni para salir con otra. Pero no porque no quieran acostarse con alguien más.

—¿Y nosotras, las mujeres? ¿Nosotras sí tenemos que ser fieles, verdad?

—Ustedes lo son casi por las mismas razones. Pero además protegen su estabilidad emocional, familiar y económica. A nosotros esas consecuencias nos importan menos. A ustedes lo que más les pesa es la imagen que proyectan ante sus amigas. Eso las ata más que cualquier sentimiento. ¡Claro, algunas son putas y se arriesgan!

—¡Carajo! ¿Y ese puto análisis de dónde lo sacaste?

—¡Ja, ja, ja! —rió Romeo, con una carcajada burlona.

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