¿Qué va a pasar en este país?


Esta es la pregunta que los venezolanos nos hacemos desde hace bastante tiempo. Cuando murió Chávez, muchos pensamos que la respuesta estaba cerca, que con Chávez moría también el nefasto proyecto comunista, pero no, resultó que los herederos de Chávez  continuaron aferrados a ese absurdo plan y profundizaron los males que agobian a la sociedad, fundamentalmente a la clase media. Pensábamos que presionando en la calle obligaríamos al Gobierno a cambiar sus propósitos políticos o abandonar el llamado “Plan de la Patria”, o acaso para que se convocara nuevamente a elecciones; ese supongo era el sentido aparente de las protestas que proponían “La Salida”. Sin embargo, la protesta parece  que desvió sus propósitos. Hoy solo quedan como escombros de esa protesta, los muertos,  los heridos y los torturados, así como los presos que padecieron y padecen aun el encierro y la vejación.
Todo indica que en nuestro país no va pasar nada extraordinario porque en Venezuela  los pobres que son los que suelen reclamar con vehemencia, un número importante por convicción, ignorancia o resignación conserva su creencia en el proceso chavista, otros se reparten entre indiferentes, haraganes y cómodos. Solo reaccionan en masa ante estímulos directos, inmediatos o inminentes. De otro modo como se explica que el Metro de Caracas y las principales avenidas estén atestadas de gente todos los días a las 10 de la mañana, casi todos desempleados y aquí no pasa nada.
Pero también hay otra realidad que inhibe la protesta general; lo que perjudica mas a la clase media (delincuencia, carestía de los alimentos, desabastecimiento, el costo de los servicios de salud privada, desempleo, etc.) no necesariamente afecta de modo irremediable a los pobres que son la mayoría del país. En los sectores populares o marginales muchos se quejan y les preocupa la delincuencia (que con este régimen ha alcanzado cifras escalofriantes) pero no los moviliza de forma violenta, porque han convivido con ella muchos años; la carestía de los alimentos siempre ha existido y si bien ahora es descomunal y hay desabastecimiento, muchos de ellos se están beneficiando con la dinámica impuesta por el gobierno en esa situación; estos compran los productos en Mercal y a los cerros parece que llegan los productos que diariamente acaparan los buhoneros o “bachaqueros” que hacen ingentes colas -como si fuese un trabajo- en los principales supermercados del país y obtienen beneficios con su reventa. Paséense una mañana por los supermercados Gama de los Palos Grandes y Santa Eduvigis y verán cómo estos portugueses irresponsables les venden a los buhoneros (generalmente los mismos siempre) cajas y sacos de los productos mas demandados por los hogares venezolanos. Por eso también hay desabastecimiento.
El salario mínimo en Venezuela siempre ha sido insuficiente con respecto a la canasta básica, y este régimen anualmente ha hecho ajustes para calmar los ánimos crispados; esto no es nuevo. La delincuencia común que  reside en los sectores marginales  es un sector que crece aceleradamente y nunca habían estado tan amparados por un gobierno como el actual, que ha echado a la calle con el plan cayapa de la ministro “Fosforito” decenas de bandidos. En fin, también se benefician de la impunidad.

Ya me leo con desgano  los filosóficos y engorrosos análisis de los videntes políticos venezolanos como García Mora y Carlos Blanco. También  los dramas de la resistencia que en su genial verbo nos relata en sus crónicas Leonardo Padrón; ni se diga de los escribidores diarios de Prodavinci. Uno de los bastiones de la oposición: “El Universal”,  fue tomado por el Gobierno. Aquí solo podrá pasar algo cuando cambie la conformación de la Asamblea Nacional, si en las próximas elecciones parlamentarias la oposición se pone las pilas y se une en función de alcanzar una mayoría que tiene en la calle, pero que tiene que consolidar en intención de voto. Esa es la prueba que tenemos que pasar, si no ganamos abrumadoramente las elecciones parlamentarias, olvídense de promover constituyentes o de ganar elecciones presidenciales. Este último aspecto parece el mas difícil con la oposición aletargada, una mesa sin protagonismo y con un nuevo liderazgo por hacer.  Amanecerá y veremos.

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