"Soñando despierto"





“Soñando despierto”.
Es el nombre de una canción que cantó con mucho éxito el extinto cantante de salsa puertorriqueño  Héctor Lavoe junto al panameño Willie Colón, por allá en el año 1972, que me llamaba la atención porque su letra hacia como apología del odio a las suegras al punto de soñar su muerte. Yo en lo particular he tenido mucho afecto por mis suegras y por ello no le veo la gracia al tema.

Pero hay muchas cosas que solemos soñar despiertos, como respuesta inconsciente al ambiente que nos rodea y a los hechos oprobiosos que vemos ocurrir  recurrentemente.

“El espíritu del 23 de enero”, es un sentimiento que unió a los venezolanos en el año 1958,  que precedió la caída del general Marcos Pérez Jiménez y se instaló en el ánimo  de los venezolanos durante muchos años para repudiar la dictadura y mantener la hermandad como fuente de resistencia a cualquier asomo o posibilidad de que se repitiera una nueva experiencia nefasta como la castrense, para la sociedad venezolana.

Hoy, el conjunto de hechos de corrupción en la cúpula del poder militar y civil, las infernales colas para comprar alimentos o medicinas, los hechos de violencia que se viven en los supermercados; la delincuencia desbordada, los crímenes horrendos contra personas y familias inocentes que vemos a diario en noticieros; el bochorno de una justicia dedicada a perseguir la disidencia y humillar a los presos políticos; los cuadros  de hambre que ya se aprecian en las estaciones del Metro de Caracas, donde a cada momento se ven personas desmayar por evidente falta de proteínas, sumado a la limitada posibilidad que tenemos de encontrar por la vía legislativa -torpedeada por el mismo gobierno- alicientes a estos cuadros dantescos, me han llevado a soñar que el presidente Maduro renuncia al cargo acosado por su propia incapacidad y la de su bochornoso e inútil tren ministerial para resolver o paliar al menos algunos de los problemas más acuciosos que nos atormentan y que nos colocan con mucha pena  en la palestra mundial como uno de los países más corruptos, más violentos y con la inflación más alta del planeta.
 Ese deseable escenario pacífico, voluntario y sin traumas, ante el cuadro dantesco de hambre, quiebra económica del país apuntalada por la caída de los precios del petróleo y la ruina de los servicios públicos de salud, electricidad, seguridad y justicia,  creo lo sueñan muchos venezolanos que aspiramos salir constitucionalmente de esta pesadilla, sin necesidad de someternos a la aventura de un referéndum revocatorio constitucional, que bien sabemos pudiera ser ganado por la oposición de forma abrumadora, pero que también no será respaldada esa iniciativa  por las instituciones arrodilladas al Gobierno como son el CNE, el TSJ y las FANB, y encontrará su mayor obstáculo en un poder militar pervertido y enquistado en los cargos públicos donde  manejan a su antojo y sin controles los dineros del país.

Ese escenario nos evitaría acentuar los odios que sembró el “proceso revolucionario” y su “comandante galáctico” desde hace ya diecisiete años y que aun permean la sensatez de muchos venezolanos.

En esa hipótesis, podemos ir pensando que la elección del nuevo presidente realizable en un plazo  no mayor de 30 días desde el momento de la renuncia, nos plantea la necesidad de postular el candidato con más condiciones para conducir el país en medio de esta tormenta perfecta.

A mí, me parece que el Presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, es la persona indicada para enrumbar este barco a la deriva. Nos ha demostrado preparación, sindéresis, talento e inteligencia necesarios para conducir Venezuela, en medio de la turbulencia social y política más atroz que ha vivido este país en el siglo pasado y en lo que va del XXI.


No conozco sus antecedentes de honorabilidad. Sé que tiene muchos detractores hasta dentro de la misma oposición, por su talante directo, sin ambigüedades. Pero hay algo muy cierto, si este señor adeco, hubiere incurrido en algún hecho de corrupción en el pasado, hace tiempo que este “proceso” oscurantista y fascista lo habría encarcelado o llevado al exilio haciendo uso de sus tribunales del horror como hicieron con Manuel Rosales.
Por ello, propongo su nombre. En una situación normal bien nos vendría Leopoldo, María Corina o el mismo Capriles, pero este momento es para Ramos Allup.
Esto fue soñando despierto.

Cuando concluía estas notas (28-01-2016), apareció en el portal Aporrea, una carta de renuncia que le elaboraron militantes chavistas al presidente, bastante franca. Les recomiendo su lectura.

Comentarios

  1. Interesantes comentarios, en tiempos de crisis, se debe ir en búsqueda de los mejores talentos y las personas mas capacitadas y con experiencia para afrontar las situaciones difíciles. El caso de Ramos Allup, en este momento de la historia, me parece ser acertado, porque ha demostrado en poco tiempo frente a la AN, su disposición y experiencia para solucionar entuertos y problemas por la vía democrática, con un lenguaje culto y sincero, sin tapujos y con mucha decisión.

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