Pandemónium y locura monetaria





Es el año 2018, el ambiente que se respira en todo el país con las múltiples protestas (más de 30 diarias según las organizaciones que monitorean estos fenómenos) por diversas razones no políticas, todas fundadas ya no en la inconformidad sino en la desesperación de la gente ante la calamidad que viven por la precariedad de los servicios de electricidad, agua, transporte (en todo el país por el precio de los repuestos y de los pasajes), la atención en los hospitales y la escasez de medicamentos; la falta de efectivo en los bancos (dispensan montos diarios que solo sirven para pagar pasajes y gasolina); los salarios mínimos y las pensiones de vejez humanizados con un espejismo, la delincuencia  oxigenada por Fosforito (Ministra de Prisiones) y estimulada por la hambruna, y el hampa policial bolivariana que controla desde tribunales hasta fiscales del Ministerio Público y pare usted de contar, han desbordado  todas las previsiones de los nefastos comunistas que dirigen este macabro gobierno. Pero el chapulín rojo devino  en mago y desde Miraflores pretende superar las terribles circunstancias que vive nuestra economía gracias a su política, quitándole cinco ceros al Cono Monetario y así como por arte de magia ahora todo quedará barato  –dame dos-  solo le falto quitar un cerito mas y el salario mínimo mensual hubiera quedado en cinco bolívares soberanos (Bs.5,oo), pero no quiso ser tan soberano porque la payasada era menos temeraria dejándolo en Bs.50,oo. Este maremágnum tiene a los venezolanos requiriendo de anti sicóticos y antidepresivos que tampoco los hay o si los hay es a precios inaccesibles para los asalariados y pensionados. ¡La locura total pues!



Pero lo curioso de todo esto es que ahora las protestas ya no son movidas por los partidos de oposición y sus intereses, sino que han surgido como por generación espontanea impulsadas por el hambre, las enfermedades terminales no atendidas, la impunidad y los atropellos que reciben quienes osan expresarse públicamente contra la inercia de Maduro y su pandilla de enchufados e ineptos. Esas manifestaciones no van a cesar sino que  van a recrudecerse ante la falta de respuestas por parte de los incapaces que nos gobiernan y sobre todo porque las medidas económicas de Maduro y sus ministros que dan pena ajena, además de continuar obstinadamente apegados al modelo político castro comunista probadamente fracasado hasta en Cuba, donde ya comienzan a abandonar esas erradas y nefastas ideas marxistas leninistas,  ahora disponen de exiguos recursos para seguir ensayando sus payasadas populistas como el  regalo de bonos a barrigonas y chamos sin oficio, así como bolsas de comida de mala calidad, abundante carbohidratos y cero proteínas.


La terrible situación económica del país tiene como única fuente de altos ingresos a la industria petrolera que está al borde de la quiebra, por ello el cuadro que se avizora es dramático. Empeorará a niveles de Zimbabue,  debido a la baja indetenible de la producción petrolera como consecuencia de los graves errores cometidos desde cuando el pitico del “comediante eterno”  echó a la calle a los mejores profesionales de esa industria, y al descuido de los tarados que asumieron la conducción de PDVSA desde entonces, y no ordenaron las inversiones necesarias para mantener los pozos en perfecto funcionamiento. Lo que aquí sostengo puede corroborarse en los análisis hechos por prominentes especialistas en las materias petrolera y financiera, entre los que destaca José Toro Hardy y Jesús Guerra, publicados en el Nacional y Prodavinci.

Todo este dantesco cuadro se ha visto acentuado con la torpe e infeliz decisión de Maduro de poner sueldos dolarizados a los militares altos y medios, con la finalidad de desestimular cualquier ánimo en los cuarteles contrario a sus intereses. Esa discriminatoria y antipática decisión que favorece a una gran cantidad de holgazanes sin mérito alguno que todos sabemos abundan en los cuarteles,  se constituye en la espita de una implosión de incalculable dimensión, ya que la mayoría del pueblo venezolano sigue sujeta a un salario mínimo de dos (2) dólares paralelos mensuales.

El presupuesto de ingresos del gobierno ya no da para más paños calientes (bonos, bolsas y aumentos del salario mínimo a los sectores más vulnerables) que en nada van a remediar la gigantesca diferencia que existe y crece día a día entre el costo de la canasta básica y el precio de un cartón de huevos que es para lo único que alcanza el salario mínimo.

Oliver piensa sentado frente a la puerta cinco del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, el “día internacional de los perros callejeros” que la ingobernabilidad y el pandemónium social que se le viene encima a Maduro y su pandilla, terminará por convencerlos de su incapacidad para gobernar o de que han perdido la fulana “guerra económica” que él y sus secuaces creen enfrentar en esa versión fílmica de “Venezuela Heroica” que imbuidos en su “delirium tremens” y bajo los efluvios de la memoria perturbada de su mentor han reeditado con mucha pena y sin gloria alguna.







¡Ese día la diáspora será de rojos rojitos!


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