Boludeces de un migrante en trance


Boludeces de un migrante en trance

Cada vez que Jacinto encuentra dificultades en el emprendimiento que está intentando en Argentina, piensa si valdría la pena regresar al infierno venezolano. Entonces examina las posibilidades de trabajar decentemente en Venezuela y obtener ingresos para vivir dignamente y termina convencido que no es posible.

La edad juega un papel relevante en cualquier país de Suramérica,  en el norte es diferente, hasta los ancianos tienen oportunidad de trabajar, pero allá en condición de turista no puedes permanecer más de seis meses y no puedes trabajar legalmente salvo que pidas el asilo y obtengas el permiso respectivo.

La dinámica de vida en Venezuela ese territorio de la calamidad infinita es un suplicio. Solo impera el delito, el pago de comisiones para todo tramite, donde sin dólares estás condenado a vivir de la lástima de los amigos. Solo actuar ilicitamente puede producir ingresos en dolares, conectarte con algún bandido que te incorpore al ducto de la criminalidad de los negocios sucios, que son casi todos. Los negocios honestos desaparecieron. De ese país casi  todos los ricos decentes que son pocos se han ido. Es muy difícil convivir comercialmente en un país de pillos sin incurrir en la corrupción, pues no solo es el funcionario corrupto sino también quien a lo mejor obligado por las circunstancia paga al funcionario la coima.

De qué puede vivir un profesional venezolano que no tenga un empleo en una buena empresa o ejerza una actividad remunerada en dolares?

Es una pregunta que se hacen muchos, sobre todo que son muy pocas las buenas empresas que aún subsisten en ese territorio arrasado por la mafia chavista y que actualmente tampoco reclutan más personal.


Las tareas o actividades remuneradas en dólares tienen una competencia diabólica, desde las de abogados, contadores, médicos y demás profesiones académicas hasta las de obreros calificados como plomeros,  albañiles, pintores, mecánicos, etc. Es una competencia residual porque pocas personas utilizan esos servicios si pueden resolver por sus propios medios el tema, valiéndose de Google y de su coraje. A lo sumo solo los médicos y mecánicos pueden considerar sus profesiones menos amenazadas por la competencia, sin embargo, también quienes no han alcanzado un grado de distinción en su gremio difícilmente sobrevivan con los ingresos que esas actividades les procuren. Los altos costos de los servicios médicos han lanzado a los enfermos clase media a la infamia de los servicios de salud pública. Los altos costos de los servicios de mecánicos han hecho desincorporar del parque automotor un buen  número de unidades.

Las actividades de reparto de paquetes o delivery como se le conoce, es un mercado limitado al cual solo acceden quienes tengan una moto o vehículo en buenas condiciones que es mucho pedir con unas vías en estado deplorable,  que además sean personas jóvenes y dispuestas a dicha actividad que comporta serios riesgos a la vida en una ciudad considerada una de las más peligrosas del mundo. Por otra parte, esta brecha de trabajo ha tenido auge por la pandemia del Covid, pero tenderá a volver a su reducido mercado cuando la normalidad regrese a los restaurantes que en Venezuela son cada vez menos por la crítica situacion económica del país,  que además no avizora crecimiento en el corto ni mediano plazo. Además esa actividad decaerá por lo costoso (en dólares) de la comida manufacturada y la reducción que experimentará esa masa de consumidores cómodos en virtud de la depauperación de lo poco que queda de clase media.

Una clase media casi desaparecida, una nueva clase de ricos todos delincuentes porque provienen de los negocios ilícitos que generó el chavismo es un cuadro verdaderamente dantesco y patético.

A Jacinto no le queda de otra que seguir adelante, al menos en este país de gente cordial, donde el transporte público es excelente y funcionan los hospitales y las instituciones del Estado a pesar de que con menos eficacia desde que está en el poder la versión boluda de los chavistas.


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