Las estafadoras de Tinder /Parte I




Parte  I

Daniel tiene cierta aprensión a utilizar las plataformas de Tinder, Bumble,  Badoo u otras similares  para relacionarse con chicas o viejas como les dicen los colombianos.  Él piensa que quienes se valen del Internet para acercarse son generalmente personas con complejos, traumas o alguna timidez enfermiza que los hace incapaces de abordar a una mujer en un brindis o en la barra de un bar para conocerla. Los asesinos en serie y los estafadores utilizan estos medios para cooptar urgidas damas incomprendidas que caen con una facilidad pasmosa en las redes de estos insospechados psicópatas. Pero la pandemia del Covid, con el tapabocas y el distanciamiento social ha obligado a las personas a sumergirse en este temerario medio impersonal para acercarse al sexo opuesto. Los homosexuales seguramente lo hacen desde hace bastante tiempo, por ser precisamente quienes mayores complejos padecen para relacionarse con otros en busca de pareja.

Pero cuando Daniel llegó a Buenos Aires se encontró con un problema adicional. Existen disposiciones legales (La Ley 5742 del año 2016) que sancionan con arresto a los hombres que aborden mujeres en la calle valiéndose de piropos, alabanzas o miradas sugestivas, invitaciones o cualquier subterfugio para provocar un encuentro que pueda ser interpretado por ellas como  acoso. !A buena vaina! Expresó perplejo Daniel. Esta restricción es casi como la burka de los musulmanes,  pero a la inversa, una especie de velo mental, no a las mujeres sino a los hombres, que sumado al tapa bocas que llevan unos y otras, hacen prácticamente imposible relacionarse, a no ser que te vayas a un boliche (Disco), pero esos sitios están cerrados o restringidos en su capacidad y los protocolos de bioseguridad son elementos que han estimulado más el miedo y el distanciamiento, al punto que solo el contacto virtual es la única opción. Hasta los sitios de trabajo mantienen aun muchas medidas de distanciamiento social y los contactos son generalmente via Zoom. Además,  Daniel hace su trabajo desde su laptop echado en la cama.


Creo que no me queda de otra que registrarme en una vaina de esas -dijo resignado-.


Por esos días miró en Netflix, la película "El estafador de Tinder". Un tipo de jeque que engatusa muchachonas desatendidas y además les quita la plata. Qué ingenuas esas mujeres, creen haberse sacado la lotería -dijo con desdén-. Caen por ilusas, las deslumbra la riqueza y el lujo, porque el tipo no es ningún galán. Además este falso jeque es muy vivo,  selecciona chicas poca agraciadas que seguramente tienen más complejos para alcanzar su principe azul.

Al día siguiente contactó a Aldo su partner del tenis para que le recomendara una de esas aplicaciones más usuales en Buenos Aires.

Entró en  Twoo y se dispuso a registrar sus datos. Pensó: creo que es necesario decir algunas mentirillas para atraer las que me interesan.

Me quitaré unos años, fue lo inmediato que pensó....

(Continúa la próxima semana....)


Comentarios