De la fama a la cama



   





     Oliver aceptó una invitación de su yerno para conocer el Salón de la Fama del béisbol de las grandes ligas (Hall of Fame) en el pueblo de Cooperstown del estado de New York. Él no es amante de ver fotos antiguas de gente fea que además  no conoce, pero si le gusta el béisbol y más el de las grandes ligas. Por eso, se animó al paseo para conocer el santuario de los peloteros más exitosos, sobre todo ahora que tenemos a Miguel Cabrera, nuestro mayor referente culminando su trayectoria épica en post de varios récord de la MLB, que seguramente consagren su pase, sin mayores dilaciones, a ese olimpo de los inmortales del béisbol. El periodista Juan Vené no podrá rebuscar infames reconcomios para perturbar el camino del maracayero a la inmortalidad.

 También tenemos al guaireño Ronald Acuna Jr, todo un fenómeno del béisbol que deslumbra por sus performances y a José  Altuve, excelente jugador venezolano que hace méritos para encumbrarse a ese podio, aunque su trayectoria se ha visto manchada por unas travesuras con las señas de los catcher en el terreno de juego que nada extraña lo mantenga en la sombra de espera en la que figuran Sammy Sosa, Mark McGwire y otras leyendas del béisbol en entredicho por actos que enervan sus performances.

     El trayecto desde Montreal, Canadá, hasta el pintoresco pueblo enclavado en el estado de Nueva York se hizo largo y monótono, aun cuando utilizamos como atajo rutas campestres para apreciar el campo de esa provincia, donde pudimos toparnos con comunidades Uchis, pero bien vale la pena, porque siempre gusta visitar las maravillas del imperio.

         Arribamos al museo del béisbol a las 10 de la mañana, luego de un suculento desayuno para disfrutar sin fatiga la larga exposición de fotos, vídeos, gorras, bates, guantes, zapatos, uniformes y demás prendas de jugar béisbol que tuvieron alguna participación en episodios imborrables de la memoria historica de dicho deporte en los Estados Unidos. Fue una larga jornada de memorias hasta concluir en la exposición de las placas de los inmortales, donde solo el venezolano Luis Aparicio -hasta ahora -tiene su nicho y nos llena de orgullo. Otros venezolanos como David Concepción y Omar Vizquel, dos de nuestros mejores valores ya retirados, no han obtenido el numero de firmas favorables para ser exaltados.

       En el recorrido hubo muchas estaciones que te recrean momentos memorables de dicha pasión. Pero a Oliver le conmovió en particular encontrar el line up original (hecho a mano por el manager) de la liga nacional de un juego de  estrellas en que participaron dos grandes venezolanos que admiramos: David Concepción y Jesus Marcano Trillo al lado de leyendas como Pete Rose, Jose Oliva, Joe Morgan y otros inmortales que tienen su placa en las paredes de dicho salón. En ese instante percibió a quema ropa la injusticia de la opinión periodística sobre nuestros peloteros y eso no pasó inadvertido en su semblante.

          Después de concluir esta larga visita al Hall of Fame, tomaron camino de regreso a casa y se detuvieron en Johnny Rockets a comer hamburguesas. Salieron cuando despuntaba la noche y se incorporaron a la autopista. No habían rodado más de un kilómetro por el canal lento cuando el vehículo fue embestido por detrás por una camioneta que conducía ebrio a exceso de velocidad un jovencito. El impacto estrepitoso hizo volcar el carro del yerno de Oliver, dos volteretas al estilo de "Rápido y furioso" y cayó parado al borde de la carretera, hecho un amasijo de fibra de vidrio -pérdida total apuntaron los policías que levantaron el choque-.  Fueron apenas segundos  en los que Oliver y su yerno vieron tan cerca la muerte, pero afortunadamente no era su hora. Lograron salir ilesos del impacto. Fueron trasladados inmediatamente al  Glens Falls Hospital por las ambulancias que llegaron al lugar casi al instante junto con las patrullas. Una vivencia del primer mundo que terminó en la cama de un hospital lleno de atenciones como en la vieja serie  E. R.

Queda ahora esperar la cuenta y echar el cuento.


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