"Septiembre Negro"
"Septiembre
Negro" fue una organización terrorista palestina, fundada en 1970 y
también es el nombre con el que se conoce el conflicto civil que tuvo lugar en
Jordania en septiembre de 1970; pero también se hace esta referencia al
septiembre del año 2001, cuando los atentados a las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, que causaron la muerte a cerca de tres mil (3.000) personas.
En las vacaciones de septiembre de ese año (2001), optamos por viajar en barco ya que esa experiencia del tercer tipo hacía tiempo la veníamos considerando. Las simpáticas tramas de la serie de televisión norteamericana "El Bote del Amor" fue una de las motivaciones para emprender esa aventura. Juntamos voluntades con dos buenos amigos que nos parecían ideales para darle circunstancia al viaje; Marianella, una madre soltera con su pequeña hija Jenny y Carlitos (así le dicen todos), un jodedor a toda hora, solterón empedernido, pero enamoradizo como todo buen sagitariano. Nosotros: mi esposa, su madre, nuestra hija Ivanna y yo.
Abordamos en Miami el crucero´"Carnival Triumph" que nos llevaría a navegar por el Caribe con el itinerario Miami-Jamaica-Islas Caimán-Cozumel-Saint Thomas-Miami; en los pasajeros predominaban gigantes y obesos negros y negras, pensé: debe ser que gozan de algún descuento en estos planes vacacionales.
Estos barcos son una especie de hotel cinco estrellas flotante, con sus bares, cafés y restaurantes funcionando las 24 horas. Es perfecto para los beodos y lambucios, ya que no hay límite para el consumo (todo incluido); la gran comilona pues!. Todos al final bajamos del barco con unos cuantos kilos más. Sus opciones diarias de recreación y esparcimiento son diversos por lo que es muy difícil caer en el aburrimiento; por ello, aun cuando te mantienen informado sobre la proximidad de un puerto de desembarque a veces te sorprende el arribo en el mejor momento de una parranda. Se inventan unas fiestas buenísimas y unas cenas apoteósicas. Uno nunca deja de pensar en la tragedia del "Titanic" cuando aborda estos inmensos barcos.
Los paseos por cada una de estas islas tienen sus particularidades, recuerdo de Jamaica la simpatía de su gente y la playa Ocho Ríos, su orgullo por Bob Marley y la constante expresión de respuesta de los jamaiquinos: "No problem"; en Islas Caimán, su hermosa playa "Seven Mile"; en Saint Thomas, el comercio de joyas y relojes a muy buenos precios. En Cozumel, tomamos un taxi para ir a una playa y el chofer un mexicano pícaro nos llevó a la peor, donde funcionaba el restaurant de un amigo; probablemente recibía su "regalito" por llevarles comensales, esto nos recordó mucho las típicas vivezas de nuestro país.
Durante el paseo suponíamos y pretendíamos que los amigos Marianella y Carlitos se entendieran (empataran en la jerga popular), pero el pavor de éste al matrimonio y quizá más a los carajitos, lo mantuvo en su rol de aventurero, por lo que el pana se nos desaparece en el barco para irse a otras barras más activas y a los casinos, hasta que una noche se nos apareció con un levante o más bien un vacilón que el muérgano bautizó "La Tortu" (tortuga) por su escaso cuello, pero bastante extrovertida la tipa; debe ser esto lo que encajó con el talante de Carlitos. Pasamos unos relajantes momentos con las ocurrencias de estos personajes.
Una mañana mientras disfrutábamos del sol en la piscina grande del barco, fui a buscar algo al camarote y me consigo el camino lleno de pantallas encendidas con la imagen de "Las Torres Gemelas", en llamas; acababan de estrellar el primer avión. La señal de televisión que recibía el barco no tenía audio. La gente miraba estupefacta las imágenes y comentaba, yo apenas entendía lo que pasaba, soy pésimo para el inglés y más difícil aun entender lo que pronunciaban perplejos estos afrodescendientes. Regresé a avisarles a mi esposa y suegra lo que ocurría y obviamente se sumaron al pánico que se apoderaba del ambiente. Reinaba mucha confusión sobre los hechos y la gente se angustiaba por la dificultad para lograr conexión telefónica con sus familiares en tierra firme. La tripulación daba constante mensajes (en inglés) tratando de calmar a los pasajeros. Sin duda, este itinerario estaba concebido para trasladar mayormente gringos ya que no asomaba por los parlantes una palabra en español.
Después de un rato cuando se había consumado totalmente el acto terrorista, reinó un absoluto silencio en el ambiente, la gente se fue retirando a sus camarotes a seguir las noticias (las imágenes) y a alistarse para el próximo desembarque que creo era Saint Thomas. Al abordar nuevamente el barco observé a la gente relajada, probablemente las compras y el almuerzo en la Isla les calmaron; parecían desconectados del desastre que había ocurrido ese día en su país. En la noche volvió la juerga!
Recuerdo que mantenía el televisor en un mismo canal de películas y cada vez que lo encendía estaban dando "El Náufrago" de Tom Hanks; nunca disfruté tanta veces una buena película.
Una de esas noches antes de prepararnos para la fiesta o cena del día, me fui al salón del baño sauna a relajarme y disfrutar de un cómodo jacuzzi contiguo que daba a una ventana – "ojo de buey" le dicen- inmensa. Recuerdo que el sauna estaba solo y aproveché para meditar un rato mirando por la ventana y pude observar a la distancia una gran isla con poca iluminación que me llamó la atención saber cuál era. A pesar de mis limitaciones con el idioma indagué una pequeña pantalla de datos en un costado de la sala, indicaba que navegábamos frente a "Cuba". Inmediatamente miré hacia la isla con mayor atención y pensé: ¡pobres cubanos, esa vida tan triste!.
Qué ironía, las vueltas que da la vida, trece (13) años después, los barcos que navegan cerca de nuestras costas seguramente llevarán pasajeros que miren lastimeramente hacia nuestra tierra y digan: ¡pobres venezolanos, con un país tan rico !
En las vacaciones de septiembre de ese año (2001), optamos por viajar en barco ya que esa experiencia del tercer tipo hacía tiempo la veníamos considerando. Las simpáticas tramas de la serie de televisión norteamericana "El Bote del Amor" fue una de las motivaciones para emprender esa aventura. Juntamos voluntades con dos buenos amigos que nos parecían ideales para darle circunstancia al viaje; Marianella, una madre soltera con su pequeña hija Jenny y Carlitos (así le dicen todos), un jodedor a toda hora, solterón empedernido, pero enamoradizo como todo buen sagitariano. Nosotros: mi esposa, su madre, nuestra hija Ivanna y yo.
Abordamos en Miami el crucero´"Carnival Triumph" que nos llevaría a navegar por el Caribe con el itinerario Miami-Jamaica-Islas Caimán-Cozumel-Saint Thomas-Miami; en los pasajeros predominaban gigantes y obesos negros y negras, pensé: debe ser que gozan de algún descuento en estos planes vacacionales.
Estos barcos son una especie de hotel cinco estrellas flotante, con sus bares, cafés y restaurantes funcionando las 24 horas. Es perfecto para los beodos y lambucios, ya que no hay límite para el consumo (todo incluido); la gran comilona pues!. Todos al final bajamos del barco con unos cuantos kilos más. Sus opciones diarias de recreación y esparcimiento son diversos por lo que es muy difícil caer en el aburrimiento; por ello, aun cuando te mantienen informado sobre la proximidad de un puerto de desembarque a veces te sorprende el arribo en el mejor momento de una parranda. Se inventan unas fiestas buenísimas y unas cenas apoteósicas. Uno nunca deja de pensar en la tragedia del "Titanic" cuando aborda estos inmensos barcos.
Los paseos por cada una de estas islas tienen sus particularidades, recuerdo de Jamaica la simpatía de su gente y la playa Ocho Ríos, su orgullo por Bob Marley y la constante expresión de respuesta de los jamaiquinos: "No problem"; en Islas Caimán, su hermosa playa "Seven Mile"; en Saint Thomas, el comercio de joyas y relojes a muy buenos precios. En Cozumel, tomamos un taxi para ir a una playa y el chofer un mexicano pícaro nos llevó a la peor, donde funcionaba el restaurant de un amigo; probablemente recibía su "regalito" por llevarles comensales, esto nos recordó mucho las típicas vivezas de nuestro país.
Durante el paseo suponíamos y pretendíamos que los amigos Marianella y Carlitos se entendieran (empataran en la jerga popular), pero el pavor de éste al matrimonio y quizá más a los carajitos, lo mantuvo en su rol de aventurero, por lo que el pana se nos desaparece en el barco para irse a otras barras más activas y a los casinos, hasta que una noche se nos apareció con un levante o más bien un vacilón que el muérgano bautizó "La Tortu" (tortuga) por su escaso cuello, pero bastante extrovertida la tipa; debe ser esto lo que encajó con el talante de Carlitos. Pasamos unos relajantes momentos con las ocurrencias de estos personajes.
Una mañana mientras disfrutábamos del sol en la piscina grande del barco, fui a buscar algo al camarote y me consigo el camino lleno de pantallas encendidas con la imagen de "Las Torres Gemelas", en llamas; acababan de estrellar el primer avión. La señal de televisión que recibía el barco no tenía audio. La gente miraba estupefacta las imágenes y comentaba, yo apenas entendía lo que pasaba, soy pésimo para el inglés y más difícil aun entender lo que pronunciaban perplejos estos afrodescendientes. Regresé a avisarles a mi esposa y suegra lo que ocurría y obviamente se sumaron al pánico que se apoderaba del ambiente. Reinaba mucha confusión sobre los hechos y la gente se angustiaba por la dificultad para lograr conexión telefónica con sus familiares en tierra firme. La tripulación daba constante mensajes (en inglés) tratando de calmar a los pasajeros. Sin duda, este itinerario estaba concebido para trasladar mayormente gringos ya que no asomaba por los parlantes una palabra en español.
Después de un rato cuando se había consumado totalmente el acto terrorista, reinó un absoluto silencio en el ambiente, la gente se fue retirando a sus camarotes a seguir las noticias (las imágenes) y a alistarse para el próximo desembarque que creo era Saint Thomas. Al abordar nuevamente el barco observé a la gente relajada, probablemente las compras y el almuerzo en la Isla les calmaron; parecían desconectados del desastre que había ocurrido ese día en su país. En la noche volvió la juerga!
Recuerdo que mantenía el televisor en un mismo canal de películas y cada vez que lo encendía estaban dando "El Náufrago" de Tom Hanks; nunca disfruté tanta veces una buena película.
Una de esas noches antes de prepararnos para la fiesta o cena del día, me fui al salón del baño sauna a relajarme y disfrutar de un cómodo jacuzzi contiguo que daba a una ventana – "ojo de buey" le dicen- inmensa. Recuerdo que el sauna estaba solo y aproveché para meditar un rato mirando por la ventana y pude observar a la distancia una gran isla con poca iluminación que me llamó la atención saber cuál era. A pesar de mis limitaciones con el idioma indagué una pequeña pantalla de datos en un costado de la sala, indicaba que navegábamos frente a "Cuba". Inmediatamente miré hacia la isla con mayor atención y pensé: ¡pobres cubanos, esa vida tan triste!.
Qué ironía, las vueltas que da la vida, trece (13) años después, los barcos que navegan cerca de nuestras costas seguramente llevarán pasajeros que miren lastimeramente hacia nuestra tierra y digan: ¡pobres venezolanos, con un país tan rico !
Este relato, narrado en primera persona, combina una experiencia personal de un viaje en crucero por el Caribe con uno de los eventos más impactantes de la historia reciente: los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos. El autor utiliza un tono coloquial y una perspectiva subjetiva para explorar las reacciones humanas ante eventos trágicos y la disonancia entre las realidades individuales y los acontecimientos mundiales. Aquí tienes un análisis literario del relato:
Análisis Literario
1. Tema: El relato aborda temas como la desconexión, la superficialidad de las experiencias vacacionales frente a tragedias globales y las ironías de la vida y la percepción. El contraste entre la búsqueda de una experiencia de placer en un crucero y la tragedia del 11 de septiembre resalta la indiferencia o incapacidad humana para procesar la magnitud de ciertos eventos cuando no nos afectan directamente.
2. Narrador y Perspectiva: El narrador es en primera persona, lo que permite una inmersión personal en la experiencia del protagonista. Esta perspectiva subjetiva refleja las limitaciones de comprensión y comunicación del personaje, especialmente en situaciones de tensión y confusión, como se muestra en su dificultad para entender los mensajes en inglés y su percepción de los pasajeros afrodescendientes. Esta elección refuerza la idea de que la realidad se filtra a través de la experiencia individual.
3. Estilo y Lenguaje: El estilo del relato es informal y directo, con un uso del lenguaje coloquial que añade autenticidad y proximidad a la voz del narrador. Esto también contribuye a un tono algo despreocupado o distante frente a la tragedia en curso, lo cual subraya la desconexión emocional y la superficialidad de los pasajeros. Además, el narrador muestra un juicio implícito, a veces crítico o cínico, de los demás (como en sus observaciones sobre los pasajeros afrodescendientes y la falta de atención al evento trágico).
4. Uso del Tiempo y Espacio: El relato mezcla tiempos narrativos al entrelazar recuerdos del viaje con reflexiones posteriores, como la comparación final entre la percepción de los cubanos en 2001 y la situación de los venezolanos trece años después. El espacio del crucero, un lugar de ocio y desconexión, contrasta con las imágenes televisivas de las Torres Gemelas en llamas, creando un choque entre el entorno seguro y la vulnerabilidad expuesta por los ataques.
5. Simbolismo e Ironía: Hay un uso efectivo del simbolismo e ironía en el relato. La imagen del protagonista mirando a Cuba desde el barco, sintiendo lástima por los cubanos, se convierte en una ironía trágica cuando reflexiona sobre cómo, trece años después, otros podrían mirar a Venezuela de la misma manera. Esta reflexión final sugiere la volatilidad de las circunstancias y cómo la percepción de un "paraíso" puede invertirse con el tiempo.
6. Crítica Social: El relato también sirve como una crítica social sutil. La percepción del narrador sobre los pasajeros (gigantes y obesos) y sus comentarios sobre las limitaciones lingüísticas de la tripulación reflejan una crítica a la falta de inclusividad y al enfoque comercializado del turismo, donde la comunicación y la empatía parecen limitadas. Asimismo, la actitud del narrador hacia la tragedia del 11 de septiembre —al notar cómo los pasajeros retoman sus actividades vacacionales como si nada hubiera pasado— refuerza la idea de una sociedad consumida por el entretenimiento y la desconexión emocional.
7. Reflexión Final: La conclusión del relato invita a una reflexión sobre la empatía y la percepción de las crisis ajenas. El autor cuestiona la capacidad humana para reconocer las tragedias en curso, recordando cómo fácilmente se puede pasar de ser observador a ser el observado con lástima.
En resumen, el relato utiliza una experiencia personal para explorar temas universales como la percepción, la ironía del destino y la superficialidad frente a tragedias mayores, planteando una crítica a la desconexión emocional y cultural en tiempos de crisis.
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