Un país "de novela" (parte II)


Ese país que les contaba en una crónica anterior es ……. Un bello país del Caribe que los dioses colmaron de recursos naturales de todo tipo, de un clima estupendo, de bellas mujeres y talentosos jóvenes, que durante la segunda mitad del siglo pasado y comienzos del presente  ha sido objeto de un progresivo latrocinio, cuyo clímax en depredación y  ensañamiento de los corruptos lo ha alcanzado en este último gobierno o régimen (HSBC dixit). Que sólo le resta de la democracia la apariencia que enarbola con unas periódicas elecciones amañadas por las bochornosas ventajas del gobierno. Ese vergonzoso régimen  se ha aprovechado de un pueblo generoso, ingenuo y a veces estúpido.  Con el apoyo táctico de un gobierno extranjero ha querido perpetuarse en el poder para continuar el proceso “revolucionario socialista” iniciado por un militar bocón que escudándose en los ideales del Libertador,  sedujo a la mayoría cada vez de mas pobres desencantados de los “demócratas”  y les  encasquetó un proyecto comunista totalitario, trasnochado, que no era lo que aspiraban. 
El rey de los supuestos templarios, valiéndose de las debilidades del ser humano necesitado y más aun de los pobres de espíritu y de su hambre, les manipuló con una jerga lastimera, dadivosa y reivindicadora. Utilizó los grandes errores de sus antecesores y se encaramó en las penas y el sentimiento de los excluidos para sembrarles el desprecio hacia las clases sociales media y alta.
A punta de dádivas, verbo y mucho  “pan y circo”, se mantuvo en el poder hasta su muerte. Pero dejó un legado de maldad, corrupción y manipulación que su sucesor ha continuado y acentuado. Es ostensible la incapacidad de sus líderes y la orfandad de talento e ideas de sus altos funcionarios. Hoy parecen perturbados por la inminencia del final de sus días que ven cerca y la justicia nacional o internacional, que saben les cobrará sus atrocidades y perversidad. Maniobran un “Titanic” y en medio de una borrachera ideológica,  alucinando contar con aquellos  recursos (financieros y políticos) que otrora disponían, dirigen el barco (país) hacia el abismo.
Cuando terminas de leer “El hijo de la panadera”, de Inés Quintero, excelente obra de investigación sobre la vida de Miranda, te queda un sabor amargo sobre las glorias que nos han vendido  acerca de nuestros más grandes próceres, sobre todo el papel que han jugado los intereses -a veces pintados de  ideales- de nuestros líderes a través de la historia. La supuesta traición de Miranda a la independencia nos costó la Primera República -según Bolívar- pero en decir de Miranda y de los historiadores,  traicionado fue él por Bolívar, para salvar éste su pellejo del Imperio Español y asumir  la conducción de la nueva independencia.
 La idiosincrasia -“El bochinche”- del venezolano supuestamente jugó en este episodio de la historia un papel desconcertante y no supieron o no quisieron entender aquellos venezolanos (los mantuanos y criollos) las pretensiones independentistas de Miranda, a las que consagró la mayor parte su vida. Creo que preferían el confort que disfrutaban siendo súbditos de la Corona Española y del Rey  Fernando VII, pues la independencia les importaba un rábano. Esa forma de ser de esos venezolanos de antaño creo que se mantiene en muchos de nuestros ciudadanos hoy día, cuando lucen apáticos a participar en las luchas sociales para rescatar las libertades perdidas. Desde luego las tácticas de terror que ha aplicado el régimen castro-comunista, matando, golpeando, encarcelando, torturando y vejando de forma ignominiosa y abominable a los estudiantes y presos políticos, han infundido el  miedo que se proponían sobre una  población no precisamente dada a la guerra asimétrica. Los penosos casos de estudiantes  en cárceles horrendas que nos narra Leonardo Padrón en sus crónicas y que merecen el repudio universal, no dejan de infundir pavor en una ciudadanía acostumbrada a la protesta pacífica.
Esta patria y su gente, pisoteada por un gobierno infame, que maneja a su antojo todas las instituciones del país, vive la peor pesadilla de su historia: una hambruna en pleno desarrollo, que pretende justificar el Gobierno con una imaginaria guerra económica y supuestos intentos de golpes militares, para acallar los inmensos escándalos de corrupción y narcotráfico que se han destapado a pesar de contar con una hegemonía comunicacional que nos cuenta una de vaqueros:  “el país de las maravillas amenazado por el capitalismo salvaje”.
Nos esperan momentos estelares, pero debemos participar si queremos reivindicar la democracia que perdimos!

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