El laberinto de un golpista
Oliver ha
comenzado a pensar como los músicos del “Titanic”. Quiere seguir tocando su violonchelo hasta
que no le quede más remedio que lanzarse al mar aun a riesgo de ser devorado
por los tiburones. Él es de los que
piensa que Maduro terminará su mandato
con mucha pena y sin ninguna gloria en el año 2018, como está contemplado
constitucionalmente. Pero su mujer lo conmina con cierta frecuencia a que apure
el apostillamiento de los documentos para hacer las maletas “porque estos nefastos pueden inventarse
alguna vaina para impedirle la huida a las últimas camadas de la diáspora. Como
por ejemplo, los fraudulentos
magistrados del horror (tsj) pudieran interpretar que solicitar en cambote un
pasaporte para salir del país es desestabilizador y por tanto te convierte en
traidor a la patria, ¡en golpista pues!
De verdad
que estos fascistas a todo le quieren sacar provecho para llenarse los
bolsillos, ahí tenemos los nuevos precios para tramitar pasaportes. ¡Un descaro
más!
Oliver
parece haber acusado el desgaste del espíritu y del físico a sus sesenta años. Creo que estoy viejo para eso de reinventarse
–le confiesa a su amigo Josete, quien ante esta nueva consideración lo
confronta.
- Pero y qué pasó con lo que decías en el post
“10 años de vida o infierno”, de que no
querías vivir el descanso del guerrero
en este infierno de país y menos quedarte a recoger escombros que es lo que nos
dejará la tal ”revolución chavista”.
-Estoy cansado Josete como para iniciar una
nueva vida en el extranjero, eso está bien para los muchachos.
-Pero te notaba muy convencido de tu decisión
de quemar las naves la última vez que hablamos. Qué te pasó?
-Es que he escuchado tantas versiones de la
vida afuera. Mi hija de Canadá me habla maravillas de ese país, de su limpieza,
su seguridad, sus servicios públicos, sus universidades, pero también -me dice-
que no tiene descanso, porque el trabajo
es full todo el tiempo. “Que allá no hay espacio para el relajo y la guachafa.
Es otra vida papá”.
-Y pensar que en esos países además hay que
soportar unas temperaturas horribles tanto de frío como de calor durante buena
parte del año -apunta Josete-.
-Además Josete, como dice Emilio Lovera, los
emigrantes cuando te envían una foto por WhatsApp se les ve como tristes aunque
pretendan parecer contentos, rodeados de manjares y de vinos como nos muestran
en los selfies. Ese es el tema que mas me afecta. Creo que la nostalgia por mi
Ávila, por mis panas y por la belleza de las mujeres venezolanas terminaría
aplastándome el espíritu. Yo duermo con vista al Ávila. ¿Te puedes imaginar esa
carencia?
-Bueno, cada uno puja por sus deseos. Mi
mujer no ve el momento de largarse y nuestra hija hace tiempo que tiene por
meta estudiar el postgrado fuera. Esas dos están con las maletas casi listas y mi
esposa -dice ella- se liberaría del stress que le produce las salidas a fiestas
de la chama por la inseguridad bárbara que ahora tenemos en Caracas. Mi hijo
vive en Maracaibo, que es también una ciudad con mucha violencia atizada además
por ese calor horrendo, pero la gente parece más alegre. Él ya hizo su familia
allá y no piensa irse del país.
-¿Y entonces qué vas hacer?
- Yo mismo no sé, porque el entorno también me
mueve el piso. De mis compinches del tenis varios han decidido la partida hacia
Suramérica y eso me produce la sensación de que me estoy quedando solo.
-Sí, da la sensación de que esa Asamblea feneció.
Además Josete este pueblo del carajo parece sumido en un estado de hipnosis
colectiva. Solo pendiente de comprar pan, jabón y papel toilette. La gente de
otros países me pregunta con frecuencia ¿cómo es que si el 80% no quiere a
Maduro, esa mayoría tan abrumadora no va a un paro general que lo obligue a
renunciar?.
- Oliver yo
creo que en ese 80% hay demasiado hablador de pistoladas, De esos que dicen que
no quieren al gobierno, pero aplauden con frenesí que decrete días festivos por
cualquier estupidez y que decrete aumentos de sueldo a cada rato. Parecen no
entender el daño que esas medidas le hacen al país. El bachaqueo ya lo ven
muchos hasta con simpatía. ¡Oliver, este país se jodió!
-¡Así es
mi pana!. Yo creo que Orlando Urdaneta va a terminar seco como una chicharra de
tanto llamar a los venezolanos desde Miami a una guarimba o paro general y sólo
le paran bola los guerreros del teclado. La gente solo piensa en la papa y en
el fin de semana. La clase media que se queda en el país ya desechó el futuro
de sus planes. Lo de ellos es la filosofía del personaje aquel de “Por estas
calles”: ¡Como vaya viniendo vamos
viendo!. Los que iban a las marchas ahora solo piensan en marcharse. Como
decía el hijo de la panadera, el generalísimo Francisco de Miranda: ¡Esta gente no sabe hacer
sino bochinche!.
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