Las pasiones de Oliver



Las pasiones de Oliver

Oliver está sorprendido por el comportamiento de sus lectores. Nos confiesa que ha llegado a una conclusión inquietante: lo que realmente los atrae es el morbo que late en cada desenlace, cada final, cada premonición o visión de los acontecimientos. Se sienten seducidos por la información íntima de los personajes, más que por la histórica; prefieren la política antes que la economía. En definitiva, lo que los atrapa no es la erudición, sino la curiosidad sociológica que sugiere un buen título, ya sea ficción o crónica.

Nos dice que su post más leído y comentado es “Quién ha sido el mejor presidente”. Curiosamente, ese texto lo escribió hace tres años, pero en los últimos meses las visitas se dispararon. Él supone que, tal vez, los venezolanos —y los extranjeros que siguen su blog desde Estados Unidos y Europa, en su mayoría jóvenes— no tienen muy clara la historia política contemporánea del país. O quizás los recientes acontecimientos en Venezuela despertaron el deseo de saber más. Otro factor que podría haber influido, admite, fue la recomendación del artículo en Twitter por parte de un político venezolano bastante popular.

Estas reflexiones surgieron tras publicar “El visitante”, una adaptación para Venezuela de “El Intermediario”, aclamada ficción del argentino Hernán Casciari. Fue un trabajo inédito y valiente, pero recibió poca atención. La apatía de sus lectores lo desanimó, lo confiesa sin rodeos. Y es precisamente ese desánimo el que desea combatir con esta nueva bagatela.

Así que, como experimento sociológico, decidió titular esta crónica “Las pasiones de Oliver”. Puede parecer un título trivial o incluso ridículo, pero está convencido de que despertará la natural curiosidad de su audiencia.

Oliver no pretende evadir un tema que las celebridades suelen abordar en su ocaso: el recuento de sus grandes romances. Claro, él no es famoso, pero se pregunta, con justa irreverencia: ¿Y por qué carajo solo los famosos pueden hablar de sus grandes amores? Él no lo hace para vender libros, sino para ejercitar una prosa que, está seguro, supera la de muchos músicos, actores y presentadores que se aventuran a escribir memorias sentimentales.

Tampoco busca alimentar su ego ni presumir virilidad. Lo dice claro: “No se trata del número de mujeres que haya seducido, porque en eso no puedo presumir. He sido más bien conservador y discreto en ese performance.”

Luego añade, con un guiño de admiración: “Franco de Vita —gran cantautor, de los mejores— se ha inspirado en dos o tres tormentos amorosos para escribir las canciones de amor más intensas que conozco. Yo también tengo dos o tres historias… Voy a intentarlo. A fin de cuentas, esto será confidencial. Tal vez se las haga llegar a las susodichas, para ver si ellas también conservan ese pasado. ¿Se atreverán a responder?”

“Amor verdadero”, tema musical escrito por Eddie Grant y popularizado por Willie Colón, le da nombre a esta sección. Así ha bautizado a las dos esposas que ha tenido, aunque fueron mujeres muy distintas. “…Estoy convencido de que ambas representaron, en su momento, el verdadero amor…” (el resto, dice él, queda omitido por ahora).

Obviamente, se trata de amores ubicados en tiempos y espacios muy distintos. Su primera esposa fue un amor adolescente, surgido en los años de universidad. Un amor puro, visceral, aunque marcado por la inmadurez. “Te casas sin pensar que es para toda la vida, porque crees que la vida es ese momento que estás viviendo.”

Ese gran amor terminó cuando Oliver creció profesional y socialmente. “Era joven aún y ‘apetecible’, decía mi suegra, para cualquier mujer. Ese fue su sermón para justificar mi separación.” Y así fue. Su ímpetu juvenil se mezcló con las oportunidades que ofrecía la Venezuela Saudita: mujeres, rumba, amigos. El resto fue una consecuencia inevitable.


(De aquí en adelante, esta crónica se vuelve confidencial. Quien tenga la curiosidad de saber cómo terminó en la foto alguna amiga ligada sentimentalmente al susodicho, debe dejar un correo en los comentarios. Se le hará llegar la prosa escrita sobre esa historia, aunque, por razones obvias, jamás se revelarán nombres reales).


Ilustré este post con mis grandes pasiones: el tenis, la escritura y mis nietas.









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