Venezuela en borrador
Oliver amanece desconcertado e irresoluto porque ha pasado la noche reflexionando sobre
la Venezuela que va quedando. Me parece un obra de teatro del absurdo en la que
no logran encontrar el argumento o pasaje capaz de seducir por si mismo algún
transeúnte sensato –nos dice-. Venezuela parece la obra escrita por algún
desquiciado que ha partido de relatos inverosímiles pretendiendo que ese
concierto de ficciones sirvan de trama para alcanzar el final feliz de una
película basada en hechos de la vida real. Sus interlocutores o mentores
pretenden que sea tomada como una magna obra de la literatura o un drama postulado
a la historia universal. El ridículo y el cinismo parecen no encontrar en sus libretistas
o guionistas razón para admitir como cierta la burla al público. Pareciera que
todo lo absurdo es totalmente razonable en la esquizofrenia colectiva en que mantienen
al país.
Esto parece un borrador en el que sus directores
cambian día a día la trama del capítulo siguiente o el desenlace que se habían
figurado, de modo de mantener en vilo a una audiencia entre perpleja e insomne.
Ese cuento del “dialogo” que ahora vuelve a poner
en el tapete el presidente Maduro, pero adosada con la “Misión conejo” es un
consabido truco efectista al que los magos recurren para distraer a la
audiencia. Esa resabiada propuesta no pasa de la fanfarronería mediática para
mantener confundida a la oposición e inmovilizados
los grupos que calientan la calle y también para quitarle piso a todas las
graves acusaciones e investigaciones que por crímenes de lesa humanidad e
inmensos actos de corrupción se tejen internacionalmente desde la ONU y la CPI
contra el régimen dictatorial y sus más conspicuos voceros y bandidos. Este
capítulo excesivamente repetido, luce tan predecible que solo los enfermizos
fanáticos de la novela o del libretista estúpidamente se mantienen en sus
sillas por disfrutar las cotufas que el animador de templetes les lanza entre
cháchara y cháchara para que olviden el hambre que acusa su estómago.
Es insólito que 120 muertos, jóvenes muchachos,
estudiantes llenos de vida, miles de heridos y presos, muchos torturados y
vejados vayan a pasar al olvido como un episodio más de esta absurda novela del
horror. Que estos cínicos voceros del gobierno y principalmente Maduro, Delsy
La Fea y sus lameculos continúen hablando de la violencia de la derecha, cuando
casi la totalidad de los asesinatos y torturas fueron cometidos por gente del
gobierno, sus esbirros o sus malandros a
sueldo.
Que ahora con el caramelo de las elecciones
regionales hayan calmado el ímpetu de la resistencia para llevarla a niveles de
lucha por espacios políticos democráticos y pasar la página de la ignominia que
vivimos durante la violencia del gobierno habla muy mal de nuestros
interlocutores de la Mesa de la Unidad, con las excepciones de Ledezma y María Corina.
Que ahora la fraudulenta constituyente pretenda
animar el circo con malabaristas y
payasos traídos de otros países para secundar con trompetas el sketch del “Dialogo”
y anunciar el inicio de la redacción de una “nueva Constitución” que
seguramente contendrá atrocidades en blanco y negro para distraernos de las
penurias que ocurren en las gradas, sin que los representantes de la oposición
emprendan una campaña para desmontar toda esta falacia, nos hace temer por una
comunidad internacional confundida y sin estímulos para continuar dando la
pelea por regresar a los venezolanos la democracia, la paz y la prosperidad
que nos robó la falaz revolución.
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