Los párrafos de Muti

 

La Vela de Coro



Selección de los mejores párrafos literarios tomados de diferentes relatos no ficción en los que participa con otro nombre la señora María Cuevas (Q.E.P.D).

 

"Por esos tiempos la tía Rosa (la madre de Joshua) había acentuado sus afanes y discursos supuestamente acosada por un aparente “realismo mágico” que la mantenía llena de miedos, al punto que debieron llevarla al psiquiatra. Pero ella era una convencida de la existencia de los espíritus que la atormentaban en la noche. La chica de servicio dominicana había hecho buenas “migas” con la tía,  quien le daba detalles de las imágenes que veía en espejos y ventanas.

Esta le tenía toda la paciencia para escucharla y seguirle la corriente como si de veras compartiera con ella las visiones, muchas veces estrafalarias de los personajes. Joshua, mientras, vivía entre Caracas, Valencia y Maracaibo, al son de los requerimientos de la Consultoría Jurídica de una emblemática Institución bancaria zuliana donde ocupaba el cargo de Director, con sede en la  avenida 5 de julio de Maracaibo y oficinas regionales en Valencia y Caracas. No dejaba de preocuparle el tema de la tía Rosa, pero como le había sentado bastante bien la relación con la dominicana eso le transmitía cierta tranquilidad.

A los pocos meses, en uno de sus pasos rasantes de fin de semana por el apartamento de Sabana Grande, la madre le planteó su deseo de viajar a República Dominicana en compañía de la muchacha de servicio para descansar unos días y “verse” con un “babalao”, en esas tierras donde supuestamente saben bastante de visiones, ficciones y supersticiones.

 Al parecer el pueblo de donde provenía la dominicana: Dajabón, fronterizo con Haití, país famoso en estos menesteres, era ideal para descansar unos días -pues disponía de una habitación cómoda en casa de su familia ubicada en una tranquila zona, con una supuesta hermosa  vista al rio Dajabón,  que podría arrendarse a buen precio. Además así aprovecharía de hacer una visita a un famoso santuario del pueblo, que supuso algo tipo La Montaña de Sorte, en el estado Yaracuy (me vienen a la mente estrofas de la canción “María Lionza” de Rubén Blades), donde le podrían disuadir de sus fijaciones sobre los personajes recurrentes en sus noches insomnes o al menos le darían alguna explicación razonable de sus temores y finalmente le indicarían alguna fórmula o ritual de sanación espiritual. 

(……..)

Al aterrizar en Maiquetía, Joshua esperaba con impaciencia el arribo de su madre, quien apenas bajó del avión le llamó para decirle que se sentía liberada de un secuestro. Auxiliada por los empleados de la aduana que le acompañaron y cargaron sus maletas hasta la puerta donde los familiares esperan a los pasajeros. Joshua la abrazó en medio de lágrimas. “¡Esto nos pasó por confiados, hijo!, alcanzó a proferirle tía Rosa.

 

Cuando subían de Maiquetía, Joshua le confiesa a su madre que horas antes de bajar a recibirla, se le ocurrió marcar el teléfono celular que le había dado Magaly cuando comenzó a trabajar en la casa,  y la sorpresa: sale una grabación con la voz de Magaly - con una voz muy sensual- ofreciendo sexo virtual.

¡Qué bolas, esa tipa, mamá!

-Sí, y qué estúpidos nosotros, hijo -afirmó con enfado la tía Rosa."

 

(Capitulo “Tía Rosa en Haití”, del libro “Contuso y confeso”)

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"A su regreso del periplo por las ciudades de Mérida, San Cristóbal y Maracaibo, en la búsqueda infructuosa de un nuevo domicilio donde asentarse definitivamente y conseguir una confiable casa hogar para su madre, Oliver se instaló en su antigua estancia de Sabana Grande.

(……..)

Una amplia ventana lo conectaba con el mundo exterior, y arrellanado en su vieja silla negra de oficina, aprovechaba el silencio de la noche en sus reflexiones frente a la ya vetusta computadora DELL, pergeñando las crónicas o ficciones que compelido por las circunstancias debía semanalmente despachar al diario electrónico peruano que lo había pautado desde hacía más de un año.

(……..)

Casualmente desde el ángulo superior derecho de su ventana Oliver alcanzaba a ver una pancarta gigante a distancia que anunciaba la inauguración de las tiendas “Traki” en el Centro Comercial El Recreo, con un poster del mentor de esa cursilería, que tildan “El zar de la belleza”, Osmel Sousa.

La mirada de ese estrafalario personaje, por efecto visual, parecía mirar a quien lo mirara y la senil vieja Rosa, acosada por la esquizofrenia se lo tomaba en serio y reclamaba constantemente a Oliver la fijación de “ese raro señor” en su ventana. La persiana semitransparente  que se bajaba completamente ante esos reclamos, no parecía distraer la alucinación de la anciana quien insistía en la presencia del personaje al trasluz de la persiana. Oliver optó entonces por un nuevo hábitat para su enferma madre en una vieja casona de La Floresta y uno nuevo o diferente también para él. Se fue a su apartamento de Sebucán por los lados de “La Herrereña” y alquiló la "casa de los espíritus", como bautizó la suite donde vivió la anciana la última etapa de su existencia."

(Capitulo “Sábana Grande, de bohemia a infame” del libro “Contuso y confeso”)

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"La calle Ortega y Gasset, Numero 17-34, en Buenos Aires, fue el hábitat extranjero que significó para él otro adiós en su record de despedidas desde que su matrimonio comenzó a dar tumbos en medio de la debacle chavista. En el mes que duró su descanso, recorrió poco Buenos Aires, prefirió relajarse en paseos junto a su mascota por las calles de ese hermoso barrio y algunas visitas a los Bosques de Palermo para trotar.

Abruptamente, la noticia del accidente de la vieja Rosa en el ancianato caraqueño lo obliga a abandonar Palermo, el barrio donde pasó tan corto periodo de su proyectada estancia. La incertidumbre que le invade ahora, por el desamparo en que vive la vieja Rosa en la infernal capital venezolana, lo atormenta a su regreso. Debe asumir las vicisitudes de la convalecencia y recuperación de la anciana."

 (Capitulo “El frustrado exilio de Oliver” del libro “Contuso y confeso”)

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Una tarde de diciembre este gran venezolano ( Emilio Arvelo )  le cantó el cumpleaños 87 a la tía Rosa en la Casa Hogar donde este carismático artista convive con otros abuelitos -entre esos ella- los últimos años de su vida-. La nieta de Rosa, Ivanna, escribió una semblanza siendo estudiante del sexto semestre de Comunicación Social en la UCAB:

"Los venezolanos buscamos  siempre la manera más prolongada, extravagante y ruidosa de celebrar.

Alguien busca desesperadamente el cd, lo desempolva y lo pone antes de que las energías se pierdan y la vela se consuma. La cumpleañera sonríe incómodamente, como si sintiera que todos la ven esperando que haga o diga algo en particular pero sin saber qué exactamente. Mientras ve la cera de la vela derretirse no puede sino preguntarse ¿qué hice con tanto tiempo?. Si eso nos lo preguntamos todos, ¿qué no se preguntará Emilio, su intérprete más popular?

En una pequeña quinta del Rosal, varios ancianos miran distantes hacia la calle, a través de las rejas que los separan del mundo real. Esa casa hogar alberga a veinticinco, que pasan sus días entre habitaciones estrechas y un pequeño patio en donde están la mayor parte del día.

Una de ellas lee en silencio, mientras algunos caminan en ese lugar donde los días pasan lentos, con la mirada baja, ayudados por sus bastones y andaderas, otros parecen observarlo todo inertes desde sus sillas de ruedas. Entre ellos, uno resalta."

 

(Post “Este venezolano ha estado en tu casa” del Blog www. tiempodememorías.blogspot.com)

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María Edicta Cuevas, fallece la tarde del 14 de septiembre de 2021, en la población de Sabana Larga, estado Falcón, en medio del afecto y la calidez de la honorable familia de Lucia Medina. Sus restos fueron sepultados en el cementerio de La Vela de Coro.

 


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