María Marta, el juicio infinito

 





            

  







El caso de María Marta García Belsunce: Un crimen que desafió la justicia

El 27 de octubre de 2002, en la ciudad de Pilar, al norte de la provincia de Buenos Aires, ocurrió la muerte de María Marta García Belsunce en circunstancias misteriosas. En principio, todo parecía indicar que había sido un trágico accidente, pero pronto emergieron dudas y contradicciones que darían lugar a más de 20 años de juicios, apelaciones y un proceso judicial marcado por la complejidad y la controversia. Se trató de uno de los casos más largos y complejos de la historia judicial argentina, cuya última sentencia, dictada en marzo de 2023 por la Corte Suprema, dejó aún muchas preguntas sin respuesta.

Es importante señalar que, tras la muerte repentina de un ser querido, las reacciones inmediatas de los familiares, ya sea ante un homicidio o un suicidio, pueden ser impulsivas y desordenadas, lo que puede alterar la escena del crimen y dificultar la investigación. En este caso, las decisiones tomadas por la familia García Belsunce no solo afectaron el curso de la investigación, sino que también dieron pie a sentencias insólitas e imprevisibles.

Algunas personas, e incluso familias enteras, a veces muestran excesos de prudencia o discreción en sus actos, lo que puede llevarlos a comportamientos torpes o disfuncionales. En muchos casos, estas conductas son el resultado de creencias religiosas o familiares, o de un misticismo arraigado, que a menudo induce a tomar decisiones equivocadas sin percatarse de su impropiedad. Como veremos, este tipo de comportamientos tuvo consecuencias graves en el caso de María Marta.

Un domingo en el "Country Carmel"

La tragedia ocurrió en el exclusivo country "Carmel", en Pilar, un lugar cerrado, privado y vigilado. Era un día domingo, y en varias casas del country se celebraba la victoria de Boca Juniors sobre River Plate. En la casa de Irene, hermana de María Marta, se reunieron varios amigos para ver el partido, disfrutar de un asado y compartir algunos tragos, una tradición habitual en esos círculos sociales. María Marta, en tanto, se encontraba jugando al tenis en las canchas del club, pero cuando comenzó a llover, el juego se suspendió. Decidió entonces regresar a la casa de su hermana en bicicleta.

Una vez en la casa, María Marta compartió un rato con su esposo, Carlos Carrascosa, y el grupo de amigos. Sin embargo, recordó que su masajista, Beatriz, llegaría a su casa a las 7 de la tarde, por lo que decidió regresar rápidamente a su hogar para tomar una ducha. Entró en la casa en medio de la lluvia, subió al baño, llenó la bañera con agua tibia y se dispuso a desvestirse cuando, según los relatos posteriores, ocurrió la tragedia.

El hallazgo del cuerpo

Esa tarde, después del partido, Carlos Carrascosa se quedó en la casa de Irene un rato más, conversando con Guillermo, esposo de Irene. Luego se retiró en su vehículo, hizo una breve parada en la casa club para saludar y tomó un café antes de regresar a su casa. Al llegar, encontró un carrito de seguridad atravesado en su cochera y a un vigilante hablando por radio. El vigilante le explicó que la masajista de María Marta había llegado, pero no podían contactarla, por lo que había tocado la puerta para preguntar. Carlos le indicó que la dejara pasar.

Al entrar a la casa, Carlos llamó en voz alta a María Marta, pero no obtuvo respuesta. Subió las escaleras y se dirigió al baño, desde donde escuchaba el agua correr. Al abrir la puerta, se encontró con María Marta tendida sobre el borde de la bañera, con la cabeza sumergida parcialmente en el agua y sangrando profusamente. Pensó que se había resbalado y golpeado la cabeza, como siempre había temido que ocurriera. Inmediatamente intentó reanimarla, pero la situación parecía grave. Fue entonces cuando sonó el timbre de la puerta. Carlos corrió a la ventana y pidió auxilio a la masajista, quien subió de inmediato para intentar reanimar a María Marta.

La intervención de los médicos

Mientras Beatriz intentaba reanimar a María Marta con maniobras de primeros auxilios, Guillermo, el esposo de Irene, llegó y también intentó salvarla con respiración boca a boca y masajes cardíacos. Carlos, por su parte, llamó al 911 solicitando una ambulancia. María Marta seguía respirando débilmente.

Irene, al ser informada de lo sucedido, salió desesperadamente a buscar un médico vecino. Después de varios intentos, consiguió que un joven médico, que estaba por graduarse, llegara rápidamente. El joven intentó resucitarla con electroshocks y masajes cardíacos, pero no logró que reaccionara. En ese momento, el médico observó un gran orificio en la cabeza de María Marta y la pérdida de masa encefálica, pero este detalle fue desestimado por los familiares, quienes seguían convencidos de que se trataba de un accidente.

La ambulancia llegó minutos después, pero el médico que la examinó solo pudo declarar la muerte de María Marta. La noticia dejó a todos los presentes en estado de shock, pues María Marta era una hermana, amiga y miembro querido de la familia.

El encubrimiento y la confusión

La familia, conocida por su discreción y vínculos políticos, decidió manejar el tema con mucha cautela. En lugar de esperar la intervención de un médico forense, procedieron a contactar funerarias y, a través de sus influencias, lograron obtener un certificado de defunción falso. María Marta fue limpiada y vestida antes de ser colocada en su cama para los preparativos del funeral.

Sin embargo, la discreción que intentaron mantener, sumada a varios detalles extraños, pronto levantaría sospechas. En particular, John, el medio hermano de María Marta, comentó que algo no cuadraba: la caída no parecía creíble, sobre todo considerando que ella era una deportista. Otros también sugerían que podía tratarse de un suicidio, dado el hermetismo que rodeaba el caso.

Lo que pasó desapercibido en ese momento fue un pequeño objeto metálico que se encontró debajo del cuerpo de María Marta. Al principio, se pensó que era un viejo soporte de estante, pero ese detalle, al igual que otros, sería crucial en la posterior investigación.

El giro en la investigación

El caso permaneció como un accidente hasta que, meses después, los familiares decidieron exhumar el cuerpo para realizar una autopsia, con el fin de disipar cualquier duda. Los resultados fueron impactantes: María Marta no había muerto por una caída, sino que había sido asesinada a tiros. Se encontraron cinco orificios de bala en su cabeza y evidencias de lesiones en su cuerpo.

El fiscal Diego Molina Pico, quien en un principio había aceptado la versión del accidente, comenzó a investigar la posibilidad de un homicidio. La familia, en particular Carlos Carrascosa, fue vista con creciente sospecha debido a los intentos por ocultar los hechos. La limpieza de la escena, la obtención del certificado de defunción falso y otros detalles inquietantes llevaron a los investigadores a suponer que el crimen había sido encubierto desde el principio.

El juicio y la condena

El juicio de Carlos Carrascosa comenzó en los tribunales de San Isidro, con la acusación de homicidio. Sin embargo, el caso estaba plagado de inconsistencias: no había pruebas claras que vincularan a Carrascosa con el crimen, como el arma del delito o testigos que pudieran confirmar su implicación directa. A pesar de esto, el tribunal lo condenó a 5 años y medio de prisión por encubrimiento, y otros miembros de la familia fueron acusados de encubrimiento, aunque ninguno de los supuestos cómplices fue sentenciado por el crimen en sí.

El caso continuó siendo una polémica nacional, y la sentencia fue apelada en varias ocasiones. En 2011, la Cámara de Casación revocó la condena y ordenó un nuevo juicio, en el que Carrascosa fue nuevamente condenado, esta vez a cadena perpetua, basándose en los mismos indicios débiles que habían originado la primera condena. La acusación de encubrimiento se amplió a otros miembros de la familia, y las sospechas de la participación de la hermana Irene y su esposo Guillermo fueron consideradas.

A pesar de la condena de Carrascosa, muchas personas consideraban que la justicia no había hecho más que alimentar un laberinto de presunciones y suposiciones. En 2017, un tribunal finalmente absolvió a Carrascosa, al no encontrar pruebas suficientes para su culpabilidad. Sin embargo, la historia no terminó allí.

El verdadero culpable: Nicolás Pachelo

A lo largo de la investigación, surgieron nuevos sospechosos. El vecino Nicolás Pachelo, conocido por su historial delictivo y su relación problemática con María Marta, fue mencionado como posible autor del crimen. Durante el juicio, se descubrió que Pachelo había tenido antecedentes de robo y que, en el día del asesinato, varios testigos lo habían visto cerca de la casa de María Marta.

En 2021, comenzó un nuevo juicio que involucraba a Pachelo y a dos vigilantes del country. Se sugirió que el crimen había sido un intento de robo, motivado por la sospecha de que María Marta guardaba grandes sumas de dinero en efectivo. Pachelo y los vigilantes fueron finalmente condenados a cadena perpetua, aunque muchos criticaron que la sentencia se basaba más en presunciones que en pruebas concretas.

En marzo de 2024, la Corte Suprema ratificó la condena, aunque algunos aún cuestionan si las pruebas eran suficientes para justificar una condena tan severa. Sin lugar a dudas, el caso de María Marta García Belsunce sigue siendo uno de los más oscuros y complejos de la historia judicial argentina.

      


         

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