Mi vecino el enchufado



Un domingo cuando me disponía a salir de mi residencia, una falla eléctrica (apagón) en la urbanización donde vivo (Sebucán), me  obligó a permanecer en el estacionamiento del edificio hasta que apareciera la conserje, ya que la puerta del estacionamiento  requiere que esta señora active no se qué tuerca de ese engorroso mecanismo para poderla utilizar manualmente. Son pequeños secretos que ellos procuran reservarse para hacerse los imprecindibles. Como era muy temprano y ahora los  “trabajadores residenciales” como les denomina la nueva jerga revolucionaria no pueden ser molestados fuera de sus horas y días laborables, so pena de ser sancionados los patronos por “acoso laboral” -otra de las perlas inventadas por la fauna socialista para proteger a los “trabajadores”- debimos esperar un buen rato a que dicha trabajadora se condoliera de nuestra situación y nos permitiera sacar nuestros vehículos del sitio.

Esos cuarenta minutos de espera me permitieron coincidir con un vecino de reciente data en el edificio, que lucía su traje verde oliva con las charreteras que indican sus supuestas hazañas y su grado militar y una lujosa camioneta Toyota último modelo.  

En lo personal evito el contacto con militares. No sé porque siento aversión por esa secta y no es desde ahora cuando han dado a los civiles mayores motivos para su reprobación. Recuerdo que mi padre era fanático de dicha logia y siempre quiso que alguno de sus hijos siguiera esa carrera y alcanzara un grado relevante. Claro mi padre fue empleado del general Pérez Jiménez, no podía esperarse menos. El me imaginaba dirigiendo un pelotón se soldados al grito de "eerrr, descansen aaarr".

Él disfrutaba por televisión las transmisiones en cadena de los desfiles militares que se hacían tradicionalmente en Los Próceres, en los días de fiesta nacional. A veces nos convidaba a verlos con él o a acompañarle a presenciarlos in situ bajo el inclemente sol que generalmente acompaña esos insufribles espectáculos militares. Quizá esa inquina por lo castrense viene del karma que implicaba mirar esos largos y aburridos eventos. Tener que soportar esa tortura para complacer a mi padre, siendo yo niño o adolescente, me dejó una percepción nada grata. Se que él debió sentirse desilusionado cuando le confesé que no quería estudiar eso.

Sin embargo, en el estacionamiento tuve que intercambiar saludos con el susodicho militar ya que era el único vecino que compartía la espera conmigo  y como no ocultaba su malestar por el apagón, lo noté ganado para la crítica y aproveché para sondear un poco su entorno político.

- Oficial cómo le parece lo que está haciendo su capitán Jesse Chacón en el Ministerio de Energía?

- Ese pendejo –me dijo como enfadado- es ahora un político, no creo que resuelva esa crisis que requería mucha inversión y menos ahora que los recursos han mermado.

- Sí y al parecer los niveles de agua en Guri como que son dramáticos.

- Eso lo vienen advirtiendo los técnicos hace tiempo y Chacón y su gente han debido tomar las previsiones.

Yo, neófito en ese tema castrense, no se distinguir por sus insignias un grado inferior de uno superior. Antes me orientaba por las dimensiones de la barriga y la cara de circunspección o felicidad que mostraban los generales de la cuarta República. Pues cuando alcanzaban un grado de general -generalmente con base en sus méritos académicos- desarrollaban un talante bien singular. Hoy día los generales abundan en los cuarteles, en los restaurantes de lujo y en los centros comerciales. Por ello me atreví a inquirir al militar sobre su grado.

- Disculpe oficial, qué grado militar tiene usted?

- ¡Yo soy teniente coronel!

- Ah, como Chávez.

- Bueno si, con ese grado!
Impulsado por el hartazgo de tanta vagabundería y vilezas que escuchamos atribuir a ese sector del Gobierno, que ha crispado a la sociedad civil, y el talante amable y hasta cordial que percibí del oficial,  me lancé con un  atrevido comentario:

- Mire oficial, una curiosidad, es evidente que ustedes ahora tienen mejores beneficios, me refiero a sueldos y previsión social. Antes  un teniente coronel difícilmente podía comprar una vivienda en estas urbanizaciones, ni adquirir una camioneta como esa con los sueldos que tenían. Cómo hacen ahora?

De verdad que después que pronuncie mi atrevido comentario me entró un culillo retardado, no es la primera vez que cometo esas imprudencias. A veces la indignación es mala consejera y resultaba temerario ante un desconocido de charreteras.

-Bueno, no solo eso, es que ahora también tenemos mayor financiamiento y nos encargan otras actividades que nos las retribuyen con bonos y viáticos.

- A sí, que bueno vale.  Y qué tipo de actividades son esas?
El tipo nunca imaginó que mi osadía llegaría hasta requerirle la aclaratoria.

- Bueno tú sabes, la logística en las actividades extra militares. Apoyo en seguridad e inteligencia en los viajes al exterior de personalidades; cursos de capacitación fuera, y otras vainas. Esos viáticos siempre resuelven, porque son en dólares y uno hace sus ahorros.

- O sea que ustedes están muy bien --le acoté mordazmente. Sentí que me había inmiscuido en su vida privada y que debía librar una guerra fría con ese cabrón. Por dentro el miedo se fue tornando en un calor sofocante y me dije: coño como que se me subió la tensión 

- Mira vale no es que estemos muy bien, pero sin duda nos ha ido mejor con el socialismo.

Entonces me calmé, pero una sensación de confianza me impulsó a seguir jodiendole la paciencia al militar, que no se mostraba para nada ofendido.

- Bueno pero y eso que se rumora de que tienen que obedecer órdenes de cubanos y no sé que otras humillaciones? 

- Claro hay algunas vainas que nos incomodan, pero la parte económica y la previsión social es más importante que mas nada. A mí afortunadamente no me ha tocado relacionarme con esos cubanos.

- Pero teniente y la dignidad, cómo queda en todo esto?
- Bueno algunos son más fanáticos que otros de esos principios. Hay de todo.

- Otra pregunta y disculpa el abuso. ¿Ustedes perciben la misma Venezuela que vemos nosotros los civiles. La escasez, la inseguridad, la corrupción, la inflación, el peo de los dólares para viajar. O ustedes viven en la Venezuela que pinta “Ultimas Noticias”, el canal 8 y todos esos diarios del Gobierno?

Definitivamente me estaba rifando una orden de arresto, pero creo que el oficial no era un esbirro, sino un tipo audaz y de  buen humor que por esas vainas del destino había terminado en las filas castrenses.

- Vecino, nosotros quizá algunas penurias de esas no las pasamos porque el Gobierno nos las resuelve, pero tenemos hijos, hermanos y amigos que si las sufren. Nosotros estamos informados, tenemos cable e internet en nuestras casas y vemos cómo es la vaina.

- Pero entonces, cuál es el verdadero ambiente interno de esas Fuerzas Armadas con respecto a la situación tan crítica que vive el país?

- Mire vecino, lo que ocurre es que los altos mandos militares tienen mucho miedo de que aquí regrese a gobernar la oposición, porque temen que se desate una cacería de brujas y una persecución contra ellos por todas las vainas que se dicen. Estamos claros que ahora hay mucho resentimiento de la sociedad civil contra los militares.

Le largue entonces el siguiente comentario:

- Bueno pero eso son los altos mandos que tiene su cuota de responsabilidad en este desastre. Además, ellos han ocupado altos cargos en el Gobierno. Qué esperan? una amnistía anticipada del futuro gobierno. !Eso no existe!. Ahora lo que si es cierto es que muchos militares de distintos niveles se han involucrado en graves delitos como corrupción, narcotráfico y violación de derechos humanos. Eso tienen que pagarlo. Sobre todo los delitos contra los presos políticos, eso no lo va a perdonar la sociedad. Sobre los hechos de corrupción siempre cabe la negociación y hasta el perdón, como ha ocurrido en nuestra historia política.

El teniente había entrado en franca camaradería conmigo y senti que había encontrado un partner con quién conversar abiertamente.

-A lo mejor, pero ahora hay mucha gente nueva en esa “sociedad civil”  que está resentida y no van a perdonar los muertos que los escuálidos le achacan al Gobierno, los presos políticos, los exiliados, ¡qué sé yo!

-Teniente ahí viene la conserje –le avisé para cortar la conversación que me ahogaba- ya vamos a poder salir;  al menos del estacionamiento -le apunté con ironía-

- Si vale, ¡mucho gusto!

-¡Mucho gusto!

Me quedé reflexionando y me dije: Este bichito debe tener también su cuota de miedo. Piensa que le voy a creer que con viáticos y sueldo va a comprar un apartamento aquí con los precios tan arrechos que tienen  ahora y esa rolo de camioneta también. ¡No me jodas!

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