Los versos dispersos

 







LOS VERSOS DISPERSOS

Soledad

A mi edad disfruto la soledad,
es voluntaria,

No impuesta por la necesidad

Ni del cuerpo o el espíritu,

Menos como castigo al ímpetu

Tampoco como remedio al alma


Delirios

Algunos hombres se preguntan qué son en el pasado de las mujeres que creyeron amar o suponen que les amaron. Yo las recuerdo nítidamente en mi soledad y a veces percibo, por el contrario, que ellas lo han olvidado. Creo que el dicho "los caballeros no tienen memoria" lo inventó alguna mujer para cuidar la intimidad de su pasado. Las que parecen no tener memoria o parecen borrar del pretérito aquellos amores, son las damas. Creo que no es la nostalgia del pasado un flanco en ellas. Parecen amar solo en presente si es relevante para el futuro.

Creo que no llegamos a significar para ellas lo que ellas para nosotros. De verdad son seres humanos tan  diferentes al hombre?. Es una duda que siempre me asalta. Con razón la mayoría de los historiadores son hombres. 

No se si si los años y la soledad me hacen ser duro con la estupidez masculina o soy demasiado exigente con el pasado.



Caballo viejo

A pocos años de esa pasión,  agradezco a la vida, que pude amarte y que me amaras. Fue en el otoño de mi vida, donde solo medran las esperanzas, por eso serás imborrable en mis recuerdos. No te movió más interés que ser feliz, aun cuando solo podía ofrecerte el cariño de la madurez.


Los últimos tiempos

En la tercera o tal vez última edad el tiempo corre sin piedad,

Los días parecen horas y las horas minutos,

Quisiera detener el tiempo por un instante

Como se detiene el reloj de baterías,

Entonces sentarme tranquilo y perder el hilo,

Ausentarme de todo y de todos para pensar en mi,

Quererme un momento y saber qué siento.

Hacer un balance para valorar los trances.

Saber entonces que valió la pena el maratón de la vida o que poco significó lo que parecía importante.



Noche de insomnio en Venezuela

Solo Dios sabe cuánto nos queda abordo del último vagón de este tren de la ignominia. Ha sido demasiado  sufrimiento el que nos tocó soportar en la infame suerte de nuestro pueblo en esta década de convivencia,  sumida la gente de bien en la miseria y la tristeza. Ahora, acompañados en estos dos últimos años con la pandemia que contuvo el vertigo de la diáspora. Hijos que se fueron para no volver. Uniones que parecían bonitas se esfumaron entre tanto pesar y andar la carreta de infortunios. No soportaron tanta turbulencia en su espíritu.

Abuelos abandonados a su suerte. Amistades que evidenciaron la fragilidad de ese sentimiento en medio de la tempestad. Como dijo alguna vez un sabio político, "hubiera preferido otra muerte". Los huracanes del alma  devastaron mi fe y mi fortaleza. Ya no se si alcanzará la pena a verme sobrevivir.

"Mis últimos años corren sin piedad. No espero nada de lo que queda, sino poder culminar la misión de vida que El Señor parece haberme señalado y que solo de su mano podré llevar a puerto."

Ayúdame Dios mío a querer vivir los dolores que vendrán! Ayúdame a llegar hasta donde no pueda!

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