Entre la hambruna y la esperanza
En el pasado mes de junio me atreví hacer unas deducciones -mas que predicciones- sobre el futuro de nuestro país para este año, tomando como premisas las conductas proverbiales de los "rojos rojitos" en los episodios electorales del pasado y en escenarios donde han contado con circunstancias que les han favorecido, como disponer del poder económico (chequera) y del abuso de poder político (dakazo y regaladera).
Estas
circunstancias han variado considerablemente para las elecciones parlamentarias
de diciembre próximo, y aun cuando el poder político pueda parecer que lo
mantienen, este debe sustentarse o respaldarse en el apoyo popular del cual ahora carecen. De allí que mantengo
mi visión optimista sobre unos resultados electorales a favor de la esperanza y
el cambio.
Pero hay situaciones que no nos cuenta nadie, sino que suponemos por elemental sentido de deducción. Una de esas preguntan nos la formulamos cuando en el supermercado nos rebota alguna de las tarjetas bancarias por efecto de la insuficiencia de saldo ante la espiral inflacionaria que casi con frecuencia diaria se eleva y nos impide en ocasiones precaver el monto mínimo necesario para cubrir las compras regulares o frecuentes de alimentos indispensables en la dieta de una persona, como son los quesos, leche, carne, pollo, pescado, verduras, hortalizas, etc. La pregunta que al menos yo me formulo es ¿qué comerán esas personas en los cerros venezolanos?, porque el jamón, el queso amarillo, la carne, el pollo y el pescado se han convertido en alimentos tan costosos, que si a la clase media se le mueve el piso cuando va al mercado, porque hasta los granos que eran una alternativa en medio de la semana, también se han encarecido, qué quedará para los sectores populares y de más bajos ingresos.
Sospecho que
la desnutrición campea en esos sectores populares y esta se va incrementando en
la medida que la escasez se agudiza,
además, los precios hacen incomprables estos productos por parte de la mayoría
de los venezolanos que son gente pobre. Es
por ello que los productos que generalmente compran: margarina,
aceite y harina de maíz, nada bueno
aportan a su alimentación.
Ahora bien,
cabe un ejercicio de deducción o hasta de predicción sobre lo que sería
Venezuela en el supuesto negado de que se impusiera el fraude del gobierno en las parlamentarias, que
es la única forma de que continúe este desmadre social y económico.
El escenario
que supongo nos traería el fraude por parte del gobierno en diciembre, sería
dantesco. Un estado de ingobernabilidad absoluta producto del desengaño de la
mayoría de los venezolanos al saberse estafados en estas elecciones. Escenas
como las vistas recientemente en San Félix, Sinamaica y Aragua se
multiplicarían en todo el territorio nacional, ya que seguramente para diciembre la crisis
alimenticia alcanzaría niveles de hambruna y desesperación generalizada, que
implosionarían al combinarse con el descontento adicional que seguramente ocasionaría
la burla infligida.
El informe
sobre Venezuela de la ONG International Crisis Group alerta sobre un posible
desastre social en el país (“Venezuela: unnatural disaster”). La ONG señala que
las malas políticas gubernamentales ponen a la población en una situación
extremadamente delicada en lo humanitario.
En abril
vinieron al país, concretamente al estado Zulia y a la Gran Caracas, y hablaron
con la gente para obtener datos sobre el terreno y hacer un diagnóstico. Sus
conclusiones son poco halagüeñas: los venezolanos en su mayoría sufren
situaciones extremas en atención sanitaria y buena parte de la población
presenta graves signos de malnutrición. Es alarmante la escasez de alimentos
pues en la medida en que aumenta tiende a impulsar un estallido social,
advierte el informe.
No nos extrañe
ver gente desfallecer en las instalaciones del Metro producto de la falta de
energía proteica y las limitaciones de oxigeno en estos lugares de grandes
concentraciones. Los delincuentes también necesitados de recursos para
subsistir proliferarían en cada esquina
de las capitales. Creo que este cuadro indeseable para cualquier pueblo del
mundo lo podemos neutralizar si participamos masivamente en la convocatoria de
diciembre.
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