De la épica a la cómica



Los venezolanos no salimos de un sobresalto para caer en otro. La gesta electoral, que despertó tantas esperanzas, se ha disipado en la impotencia. María Corina Machado, la dama valiente, parece haber entrado en la fase del desaliento al constatar que su victoria no se tradujo en poder real. El fraude de Maduro, sostenido por sus militares corruptos y respaldado tácitamente por Donald Trump—el gran traidor, que prometió una línea dura solo para terminar siendo más blando que Biden—ha cerrado el cerco. Como si nada hubiese pasado, Maduro ajusta sus engranajes mafiosos para imponer su dominio en las elecciones regionales, con la participación testimonial de una oposición real cada vez más mermada.

Entretanto, Edmundo González Urrutia se revela como un diplomático sin garra, dando pasos achacosos entre alfombras rojas y reuniones insustanciales, sin atreverse siquiera a juramentarse en una embajada para simbolizar su triunfo. Mientras tanto, María Corina, en la clandestinidad, deshoja un clavel espinoso: ¿permanecer en la sombra, apareciendo como un fantasma en marchas políticas, o salir sigilosamente del país para integrarse a algún grupo que sueña con formar un ejército libertador al estilo de Bolívar y Miranda?

La otra Venezuela, la del exilio, enfrenta sus propias tragedias. En Chile, la presentación de George Harris en la Quinta Vergara terminó en un naufragio. Su humor, basado en el bullying y anécdotas nostálgicas del pasado venezolano, se estrelló contra un público ajeno a su jerga y a su estilo. Para colmo, la animadversión de muchos chilenos hacia los venezolanos, alimentada por los crímenes del Tren de Aragua y otras bandas, añadió una capa de hostilidad al evento.

Así transcurre la realidad venezolana: entre la frustración política, la lucha por la supervivencia y el exilio que, en su intento por encontrar espacios de pertenencia, choca con la dura realidad de ser visto como forastero en tierras ajenas.

Comentarios

Entradas populares