No sé qué
ocurre con la mayoría de los ciudadanos de este país, aquellos que no
participan para nada en manifestaciones, redes, foros, consultas o elecciones,
digo la mayoría porqué solo fueron siete
(7) millones los que atendieron la consulta del 16 de julio, los indiferentes
les dicen, parecen aletargados por cantos de sirenas que les impiden
reaccionar ante un atraco a mano armada perpetrado por un grupo de delincuentes
electorales al mando del gobierno, que no se conforma con estafar a una
población mayoritariamente humilde, con la ilusión de un proyecto de mejor vida
(Revolución bonita) que ha resultado un
total fiasco en todos los órdenes después de 18 años entre gritos de borrachos políticos
y mendrugos lanzados a la plebe. Ahora, ante la posibilidad de perder el poder
se inventan un aquelarre denominado “Asamblea Nacional Constituyente”, que cínicamente
denominan los atorrantes del chavismo “soberanísima”.
Esa Asamblea
está prevista en la Constitución para la elaboración de una nueva Constitución
que implique cambios significativos en la estructura del Estado, pero que ellos
sin fundamento constitucional y quizá aprovechando las omisiones de una vieja
sentencia de la entonces moribunda y complaciente Corte Suprema de Justicia de
la cuarta, han elucubrado que una Asamblea Nacional Constituyente -además de
dudosa legalidad por el notorio fraude
electoral que le precedió- puede convertirse en un supra poder que asume
funciones ejecutivas.
Solo el hecho
de que en la Constitución una disposición estipula que los poderes constituidos
no podrán oponerse a las decisiones del poder constituyente, les lleva a torcer
en su interesado y absurdo criterio la elemental lógica y a sostener -hasta sin vergüenza- que esa simple disposición comporta la
facultad ilimitada de decidir todo en el país, aniquilando de paso las
facultades de sus naturales empoderados.
Es obvio que
una Asamblea Nacional Constituyente en ejercicio de sus deliberaciones
dirigidas a conformar una nueva constitución requiere del ejercicio de ciertas
atribuciones que coadyuven a la formación sin traumas de ese nuevo cuerpo de
normas y de principios constitucionales, así como de una metodología
legislativa para la transición constitucional hacia un nuevo pacto social, tema
sobre el cual nada se ha legislado en el país, pero de allí a pretender que
puede tomar decisiones de todo orden que nada tienen que ver con la formulación
de una eventual nueva constitución que además ha de ser sometida a la
aprobación ulterior del pueblo en acto refrendario para su efectiva validez,
constituye una total e inescrupulosa aberración jurídica y política, que no
puede ser admitida pacíficamente por sus conciudadanos y menos, entendida por
los países vecinos que viven en democracia.
Pero estos
delincuentes que nos gobiernan viven de mojiganga en mojiganga, seguramente
asesorados maquiavélicamente por el G2 Cubano.
Primero fue el invento del “desacato” de la Asamblea nacional. Semejante
bochorno jurídico que les sirvió el TSJ en bandeja de plata para inhabilitar al
único órgano de representación popular controlado por la oposición que nos
dimos con el voto de más de catorce millones de electores y cuyas funciones ha
ido usurpando el propio TSJ ante la mirada impávida de sus cómplices de las F.F.A.A.
y de la comunidad de naciones chulas del Caribe y también del Sur. Ante el repudio que mundialmente les ha
deparado esa atrocidad que han defendido a costa de la vida de nuestros
muchachos venezolanos inermes en las manifestaciones, se lanzan ahora el
bochorno de una Asamblea de forajidos dispuestos a cualquier malandrada
jurídica o política para seguir usufructuando las mieles del poder.
No hay
disposiciones constitucionales que establezcan esa facultad legislativa ni
ejecutiva supra constitucional a una asamblea transitoria y menos conformada
por semejantes pillos, que ya han dispuesto la destitución de altos
funcionarios del poder ciudadano y el allanamiento de inmunidades
parlamentarias, usurpando funciones que solo competen constitucionalmente
al Parlamento Nacional. Ahora para rematar han dictado un decreto para
asumir inescrupulosamente las funciones de la Asamblea Nacional. ¿Será con
desacato y todo, o este desaparece?
Cada atrocidad
de este rebaño de “constituyentistas” arriado por Maduro y Diosdado, con la
intermediación de Delcy “La fea”, lo que hace es reafirmar la conveniencia y
pertinencia de que la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente debe estar
precedida de un referendo que contemple
además de las bases comiciales, los
límites y duración de la Asamblea Nacional Constituyente.
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