Ficción basada en los acontecimientos
predecibles para el día de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, en las
que el candidato de la dictadura solo fue secundado por un par de actores de
reparto con aura de bandidos sacados de las filas de los “ni ni” de utilería.
“El
país amaneció enmudecido después de una jornada electoral fantasmagórica que solo pudo parecer y aparecer en los constantes mensajes del gobierno, que presumía de una festiva comparecencia del pueblo y no de los desolados centros de votación que muchos pudimos constatar, pero solo reportar las redes sociales ajenas a una televisión amordazada. Como era de
suponer, fue una contienda con visos de partido de fútbol confiscado por el miedo
a las barras bravas. Por el sospechado guión del evento, fuimos testigos sin inmutarnos de una bufa
obra de teatro basada en la tragedia
griega pero con música de la banda sonora de la película “La Gran Estafa” (Ocean´s
Eleven).
La noche anterior la inefable Tibisay Lucena
hubo de sobreponerse a sus performance anteriores, otorgando sucesivas
prórrogas al cierre de los centros de votación dando tiempo que la maquinaria
roja carreteara a los famélicos votantes carnetizados con el código QR, que indignados porque el
“Bono de Semana Santa” otorgado por el candidato dictador solo les había
alcanzado para comprar un cartón de huevos, rehusaban votar sin tener qué
cenar.
El resultado anunciado casi a media noche ya
todos lo suponíamos, por lo que fueron pocos quienes se trasnocharon esperando
el bochornoso espectáculo de la Lucena y sus falderas, bajando por la
rampa para dar cuenta de la victoria
irreversible del dictador.
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