En manos del hampa policial







Oliver se encontraba pergeñando las razones para migrar de Venezuela que acosan a la mayoría de sus ciudadanos y que listaría en un artículo a solicitud de uno de sus patrocinantes extranjeros del blog Tiempo de Memorias, cuando recibe una llamada de su hijo desde Maracaibo, informándole de un acontecimiento surrealista que involucraba sus intereses. El CICPC acababa de allanar la tienda que tienen en la Costa Oriental del Lago so pretexto de que una cliente denunció la pérdida de un celular en el baño de la tienda. y procedieron sin orden judicial alguna con los atropellos y desmanes que usualmente cometen los funcionarios ejecutores en esos ilegales operativos, sin respeto por la  propiedad ni por los derechos individuales de las personas. En efecto, se cargaron no solo con bienes de la tienda sino lo más grave, detuvieron a la encargada como presunta responsable del hecho.

La desmedida actuación policial por la supuesta pérdida de un celular no demostrada provocó las suspicacias obvias y las indagaciones personales que en ese sentido efectuaron los empleados de seguridad del centro comercial puesto que en Venezuela despojan cada segundo a infinidad de ciudadanos de su celular y las victimas ni denuncian esos hechos por la inercia con que usualmente responde ese cuerpo policial. Estas permitieron determinar que la supuesta afectada y denunciante es muy amiga de una dama recientemente despedida de dicha tienda por falta de probidad, vinculada por parentesco familiar a un funcionario de dicho cuerpo policial. Obviamente, se trataba de un montaje, una olla policial, con la finalidad de cobrarle inescrupulosamente a los empleadores la medida laboral tomada.

Las primeras diligencias efectuadas por los tenderos en ese ente policial con la finalidad de obtener la libertad de la trabajadora detenida encontró la proverbial sospechosa exigencia de “soluciones amigables” a la “situación grave” en que se encontraba involucrada la detenida. Desde luego, considerando la trayectoria de la trabajadora arrestada y su inocencia, así como lo absurdo de la detención, los propietarios se negaron a ser víctimas de la extorción que pretendía perpetrar el cartel policial, como era obtener por vía de corruptela una cifra considerable (en dólares) a cambio de la libertad de la imputada.

Esa  negativa obviamente comportaba para los facinerosos funcionarios policiales la vil actuación de someter a la detenida (inocente) al escarnio, el terror y la vejación que supone una cárcel venezolana por el tiempo que dure el proceso judicial. Los tenderos prefirieron contratar los servicios de un honorable abogado para obtener en buena lid el resultado que resarza la honestidad mancillada de la trabajadora detenida. El tiempo dirá si fue esta una salida ingeniosa o torpe.

Al momento de la presentación de la joven al tribunal respectivo, el abogado elegido coincidió con otros colegas que atendían sus casos en el mismo reclusorio penal. A su salida comentaba que casi todos los colegas presentes ventilaban procesos que tenían en común la extorción policial iniciada con una patraña rocambolesca en la que se involucraba a un inocente para obtener prebendas económicas bajo la amenaza de una  infinita y tormentosa “privación de la libertad”. ¡Esta es la policía del socialismo!

Entre tanto, el gobierno realizaba la juramentación de sopotocientos nuevos oficiales de la PNB.

Oliver por su parte encontraba  una nueva razón que agregar a la lista de infamias que aceleran su largada del  purgatorio venezolano.


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