Cómo saldremos de esta basura




Cómo saldremos de esta basura



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“Cómo saldremos de esta basura”



La noche anterior Oliver durmió pocas horas,  la rafaga de nefastas noticias que pululan en las redes sociales le perturbaron el sueño. Esa mañana echó andar por la 1era avenida de los Palos Grandes, casi sonámbulo, le pesaban los párpados y los pasos. Quería despejar su mente de tanta infamia.

En la tercera edad de su vida, Oliver lamenta que el sol dé a su espalda cuando la población lucha desesperadamente por una salida pacífica a la época más lúgubre de la democracia venezolana.


 Esa noche, animado por unos rones con Cocacola en su casa, fue a parar con su familia a uno de los pocos restaurantes de carnes de primera que quedan entre La Castellana y Altamira. Los otros se han ido esfumando por las mismas razones que seguramente han privado en los establecimientos que han cerrado: el acoso con frecuentes incrementos de sueldo a los empleados que decreta Maduro cada vez que ve su popularidad hecha trizas, las dificultades para hacerse de los productos  necesarios en las cocinas y desde luego, la baja de comensales y paganinis que acostumbran asediar estos alegres recintos. Recuerda que “La Estancia” es otro de los emblemáticos grill de esa cuadra que aún subsiste, pero no olvida que la última vez, hace bastante tiempo, los cortes le parecieron sin gusto y los mesoneros sin ilusión.


Se detiene al pasar frente al Altamira Suites donde una aglomeración de jóvenes  atormentados -sus rostros de perturbados, cómo zombies- se disputan mendrugos en los vertederos de basura.  Parecen zamuros peleándose  por un desecho de carne en “Ojo de Agua”  -se dice para si-. El espectáculo lo aterra y conmueve terriblemente. En el grupo alcanza a distinguir a uno de los jovencitos,  !no puede ser! afirma consternado. Apenas le salen las palabras para llamarlo. ¡Gustavito! –alcanza a gritar tembloroso- ¿qué haces?


Efectivamente, es el hijo de su viejo amigo Gustavo, de quien tiene años sin saber. ¿Por qué estás haciendo eso?, ¿y Gustavo cómo está?, le pregunta con desesperación.


-Papá murió hace tres meses,  lo atracaron para robarle el carro y le dieron unos tiros, y no tenemos qué comer. ¿Qué más puedo hacer?


Ya perturbado por el impacto de la escena y sabiendo que se trata del hijo de un amigo, no puede contener las lágrimas y echa a llorar. Saca de su bolsillo el paquete de billetes que acababa de retirar de un cajero. El máximo del cono monetario en uso, desuso y reúso que ha sido el hazme reír de Maduro y sus vergonzosos técnicos y asesores. Se los entrega casi todos al chamo, diciéndole:


Toma, es todo lo que tengo. No sé que puedas comprar con esos billetes que ya no sirven para nada. Ten, mi tarjeta con mi número de celular y porfa dame el teléfono de tu casa para hablar con tu madre. No supe del fallecimiento de tu padre. ¡Tenemos que hacer algo, no vuelvas hacer esto, te vas a enfermar, muchacho!


Anota apresuradamente el número que le dicta el chamo, le da un abrazo y se despide alejándose como despavorido. A la media cuadra lo atacan náuseas y los deseos de llorar lo paralizan. Qué fastidio con la vejez que lo pone a uno llorón como Oscar de León –dice tratando de frivolizar la pena-.


Entra a comprar una botellita de agua en la panadería más cercana y decide llamar a su amigo Eduardo. Necesita drenar el dolor que le ha causado este dantesco episodio.


-¡Alo, Eduardo!, hermano me siento mal.


-¿Qué fue brother, qué te pasa?


-¡Coño Eduardo!, tenemos que hacer algo, esta dictadura está matando de hambre a nuestros amigos. Acabo de ver al hijo de Gustavo comiendo sobras en un basurero. ¿Te acuerdas de Gustavo, el gestor de la oficina que trabajó con nosotros en la Casa de Bolsa?


-¡Si pana, no me digas esa vaina!. Coño, no he sabido mas nunca de Gustavo.


-Me dijo el chamo que murió hace tres meses, lo mataron para quitarle el carro y ellos no tienen otros ingresos, por eso están pasando hambre.


- ¡Coño Oliver, este gobierno de mierda tiene que caer! Mañana o pasado veremos más gente amiga, sin trabajo, hurgar en los camiones de basura.


-Eduardo, hace días  escribí un post sobre la receta que aplicaron estos mafiosos para quedarse con el país. De esta vaina no vamos a salir, sino cuando los militares afectos al gobierno y los sicarios del TSJ se peleen con el gobierno, y actúen conjuntamente antes de que el G2 cubano los mandé a siquitrillar. 


-O también, Oliver, que haya una intervención extranjera, algo bien difícil que ocurra. No te parece?

-si, eso está prácticamente descartado. Los gringos solo actúan cuando ven seriamente amenazados sus intereses políticos, militares o económicos.


Oliver se despide de su amigo, pero se queda pensando en que lamentablemente una gran mayoría lo que hace es hablar paja por las redes, sobre todo cuando les pasa algo, después se olvidan del dolor ajeno. De todo hacen un chiste como para subestimar los hechos. Es penoso ver la indiferencia de muchos con la miseria que viven nuestros hermanos venezolanos. No dividamos la oposición buscando culpables por lo que no se ha logrado. Simplemente, no ha sido posible vencer un monstruo de mil cabezas.




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