Del timbo al tango


Oliver nunca imaginó que la habitación 423 del Hotel Eurobuilding de Maiquetia, que le asignaron el 30 de septiembre, cuando el vuelo ES8571 de la linea aérea Estelar, con destino a Buenos Aires, no embarcó, se convertiría en espacio y motivo de inspiración para algún capítulo de su antología de relatos en proceso de corrección. Tampoco imaginaba que ese hotel a su regreso de Argentina seria escenario de uno de los capítulos mas excitantes de su tercera edad y que también derivaría en uno de sus mejores relatos de no ficción. El vuelo fue reprogramado por esas insólitas razones que las aerolíneas no dan como excusa en la república bananera en que se ha convertido Venezuela, pero que todos suponen :  No hay suficientes aviones.

Las lineas aéreas en trances de puntualidad prefieren atender los itinerarios de salida controlados desde el país de destino donde son sancionadas severamente estas pifias, porque existe legislación e instituciones judiciales independientes que hacen cumplir las normas de orden público que regulan estos episodios.
Ese incumplimiento de Estelar convertiría a los pasajeros del 8571 en rehenes cinco estrellas durante tres días, encerrados en las comodidades de esa burbuja para empresarios en tránsito, que con apetitosos manjares y atenciones procura abstraer a los huéspedes de la paupérrima vida venezolana que va dejando el chavismo.
Las habitaciones de estos hoteles tienen, gracias a la hiperinflación, un precio suicida para los mortales. Para Oliver, esa jaula de oro que aprovechó para despachar vía internet y móvil, varios asuntos pendientes, pareció un espejismo que no fue suficiente ansiolítico para serenar su ánimo de llegar pronto a Buenos Aires. Los deseos por ver a su familia y su adorable mascota le atormentaban. Otros pasajeros parecían celebrar el impasse con espumantes argentinos y cánticos en la piscina.
El día finalmente informado por la linea aérea para que tuviera lugar la salida, tampoco auguraba un claro epílogo a ese episodio.
Un   grupo de exaltados pasajeros encabezados por un abogado de las pampas argentinas, amenazaba demandar en su territorio  "donde si funciona la justicia independiente". Esta coletilla era la bandera que blandía con insistencia el picapleitos con oficina en Constitución. El leguleyo mantuvo la firmeza del reclamo por varias horas en la puerta 19 del aeropuerto, al punto que debieron intervenir funcionarios de la abultada burocracia  revolucionaria destacados en dicha terminal, para apaciguar al enardecido grupo que pedía  la presencia de los medios.
Un buen rato duraría el berrinche que surtió efectos, pues la presión adicional de los "rojos rojitos" que se mostraban acuciosos, aceleró los protocolos técnicos, que al parecer demoraban inexplicablemente el embarque de los pasajeros. Luego, una hora o mas de estresante acomodo y re-acomodo de equipajes de mano, pasajeros y mascotas, precedió el despegue del Airbus A320, que fue celebrado con un sonoro aplauso de los pasajeros y de la tripulación.

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