La Asamblea Nacional el 5 de enero




La Asamblea Nacional el 5 de enero



Prólogo

El relato que sigue nos transporta a un día histórico y agitado en la vida política venezolana: el 5 de enero de 2016, cuando la oposición tomó posesión de la Asamblea Nacional, desafiando un entorno cargado de tensión y confrontación. El escenario es un reflejo vívido de la polarización que ha marcado la historia reciente de Venezuela, con un gobierno dispuesto a aferrarse al poder y una oposición que, a pesar de los obstáculos, busca reivindicar la democracia y la voluntad del pueblo.

La narrativa se despliega en medio de un Caracas gris, bañado por una llovizna persistente y custodiado por contingentes militares que intentan mantener un orden precario. A un lado, los simpatizantes del chavismo, convocados y respaldados por el gobierno, agitan pancartas y lanzan consignas, encendiendo aún más la atmósfera ya electrificada por el descontento social. Al otro lado, la oposición, representada por líderes como Henry Ramos Allup y Julio Borges, hace su entrada en medio de vítores y esperanza de cambio.

En el corazón de esta crónica está el discurso desafiante y mordaz de Henry Ramos Allup, que no solo arremete contra los diputados salientes del chavismo y sus estrategias para aferrarse al poder, sino que también se convierte en un canto a la democracia y a la dignidad perdida. Con su verbo incisivo y enérgico, Ramos Allup evoca un pasado de figuras ilustres que una vez honraron el parlamento venezolano, y denuncia cómo, bajo el mando chavista, la Asamblea Nacional ha sido reducida a una caricatura de su antigua gloria.

Este relato no es solo una crónica de eventos, sino un testimonio de la lucha por la justicia y la legalidad en un país fracturado por la división política y la crisis institucional. Es un recordatorio de que, a pesar de los intentos de manipulación y las agresiones constantes, la resistencia de aquellos que defienden los valores democráticos sigue viva y firme. En un momento en el que la historia parece repetirse con ecos de enfrentamientos pasados, esta narración captura la esencia de una lucha que trasciende el tiempo y las circunstancias.

Con una pluma que mezcla la crónica periodística con el vigor de la protesta, este relato nos invita a reflexionar sobre el valor de la democracia y el poder de la palabra frente a la opresión. Es una ventana a un momento crucial de la Venezuela contemporánea, donde la esperanza y la resistencia se alzan, una vez más, contra la sombra del autoritarismo.

Inteligencia artificial 


Relato 

El martes 5 de enero Caracas amaneció con un cielo gris y una pertinaz llovizna que presagiaba la caída de tormentas eléctricas en toda la capital. En las principales avenidas de Caracas se observaba el despliegue de contingentes  militares supuestamente para resguardar el orden público necesario para el normal desarrollo de la ceremonia democrática que tendría lugar en el Palacio Federal, ubicado en centro de la ciudad. Una muchedumbre convocada y patrocinada desde Miraflores a través de su red de emisoras de televisión, radio y prensa escrita, luciendo diferentes prendas rojas rojitas y pancartas se agolpaban en las inmediaciones de la Asamblea Nacional, animados muchos con bebidas espirituosas, probablemente financiadas por el propio gobierno, que sin ningún pudor exhibían en botellas los mas atorrantes  y seguramente varios sujetos bajo los efectos de uno que otro pase de perico gritaban rabiosamente las conocidas monsergas y huecas consignas  “Chávez vive”, “no volverán” y “viviremos y venceremos”. 


A su vez, en la esquina de Padre Sierra, un grupo de motorizados  de los conocidos como “colectivos” tronaban los escapes de las motocicletas de alta cilindrada adquiridas con dinero del Estado, pretendiendo demostrar poder o intimidar a grupos de simpatizantes de la oposición que se acercaban a vitorear a los nuevos diputados que estaban por  arribar a la entrada del Palacio Legislativo, a pesar de que la MUD había pedido a los venezolanos que no concurrieran al Congreso para evitar la confrontación con los violentos habituales del chavismo.


Por su parte. el grupo de diputados encabezados por los dirigentes políticos Henry Ramos Allup y Julio Borges y familiares de muchos de estos, habían convenido con el Alto Mando Militar la necesaria protección y traslado en varios autobuses en virtud de la cantidad de personas que ingresarían al Palacio Legislativo. Así pues, llegaron en varias unidades que fueron aupadas en el trayecto desde la Plaza Altamira hasta el Congreso por una población entusiasta que aplaudía a su paso y no ocultaba su alegría por el cambio que significaba la salida de los diputados rojos que habían pisoteado durante tantos años la dignidad de los venezolanos.


Los distintos medios de comunicación internacionales habían apostado sus  reporteros y fotógrafos en distintos puntos de las afueras del Palacio,  que eran custodiados por miembros del Ejército y la Armada, quienes mantenían a raya a los facinerosos “revolucionarios” que no dejaban de gritar vulgaridades en repudio de los diputados de la oposición y en respaldo de sus diputados rojos


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Comentarios

  1. Ojala la verdadera toma de posesión resulte así, pero me parece los preludios no coinciden, por desgracia, no se presenta tan Legal ni pacífica, esperemos a ver, ojalá la suya sea la real.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Faltó colocar que el nuevo presidente de la asamble ordenó retirar de inmediato el o los cuadros con la imágen del comediante eterno, intergaláctico, mortadelo, del hemiciclo, de lo contrario mandaría a colocar cuadros con la imágen de todos los ex-presidentes de la era democrática, en lo alto de la cúpula del edificio parlamentario

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  4. Jajajajaja, muy ingenioso el relato, muy cercano a la realidad

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  5. Como el gobierno saliente ya eligieron los magistrados del TSJ, a los diputados de la Oposición no les queda otra sino llevar al Tribunal de La Haya, con el apoyo de Diego Arria, a Maduro y Cabello por utilizar los Colectivos armados con la finalidad de asesinar a 46 estudiantes durante la Guarimba...

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