¡Una democracia tan bufa como su Asamblea!





El  5 de abril de 2016, se cumplirán tres meses de la instalación de la nueva Asamblea Nacional, en manos ahora de la oposición venezolana conformada por líderes de comprobada honestidad y trayectoria de lucha social y política, a  cuya cabeza se colocó al más curtido  y talentoso líder para sortear las cabriolas políticas y judiciales que emanarían de la mafia que gobierna desde Miraflores. Cuántas ilusiones nos hicimos de poner freno a diecisiete años de revolución de corruptos y bachaqueros; a este parapeto de democracia que vivimos los venezolanos. La asesoría del G2 cubano y sus abyectos contubernios venezolanos se han encargado de aguarnos la fiesta. El rescate de la democracia que esperábamos después que la oposición obtuvo la mayoría parlamentaria que le permitió separar, por fin, uno de los poderes públicos, de las garras totalitarias de la dictadura camuflada de Chávez, continuada por Maduro, fue convertido en la más acabada expresión teatral de democracia formal.

En efecto, no imaginábamos que esa  separación iba a contribuir más bien con el sainete del gobierno, en aparentar ante el mundo la existencia de instituciones independientes, legítimas y contraloras del poder absoluto. La Asamblea en manos de la oposición lo que ha hecho es legitimar la camuflada dictadura, pareciendo ante  el concierto de las naciones que en Venezuela existe un Parlamento que controla al ejecutivo y dicta leyes que se cumplen. Semejante burla. La dictadura del siglo XXI, utilizando su secuaz poder judicial bajo las siglas TSJ, se encargó de anular, revocar, reducir, sabotear y amenazar todas las decisiones de la Asamblea Nacional,  si constituyen posiciones contrarias a los dictados políticos de Miraflores. Maduro no le paró bolas al rechazo constitucional del Parlamento al Decreto de Emergencia Económica, para eso contó con su tsj. Allí está ahora la Ley de Amnistía, esperando su turno para la  patada “constitucional” desde el Tribunal Secuaz de Impudicias (tsj).

Ya estos desencuentros entre Asamblea vs Miraflores, o Ramos Allup vs Maduro, me recuerdan las peleas bufas del pasado, donde sabíamos de antemano el resultado. La parodia, el aguaje de los peleadores, aparentando golpearse; “Catch as catch can”, lucha libre pues, solo sirve para apuntalar el rating  de las transmisiones televisivas de las discusiones o debates parlamentarios que “Globovisión” se encarga de secundar y su periodista ancla de la 1 de la tarde, le coloca la guinda con sus insoportables entrevistas a los absurdos  rojos rojitos.
Ese coliseo que monta el PSUV con sus malandros y malvivientes en las tribunas del Palacio Legislativo, azuzados desde las curules por sus  diputados camorreros liderados por Diosdado y Jaua, es cónsono con la obra de teatro que nos están vendiendo. Los ministros del Gabinete de Maduro solo asisten a las invitaciones -no interpelaciones- del Parlamento cuando se van a tratar estupideces sin trascendencia, para guardar las apariencias de la camuflada dictadura. Pero nada de suministrar información que sirva para determinar responsabilidades o definir aspectos de relevancia en los temas que nos acosan, teatro, puro teatro.


Si la mayoría parlamentaria no se hubiese “doblado” el 13 de enero ante la falaz sentencia del tsj, que inhabilitó a los diputados de amazonas y, si esa mayoría la misma semana hubiere revocado a los magistrados fraudulentos de la “sala constitucional” –no me atrevo a poner en mayúsculas ese antro- el tsj no solo sería hoy un tribunal conformado por magistrados fraudulentos, sino también por magistrados revocados. Sus sentencias tendrían ante el mundo el valor de una vulgar propaganda política y ello hubiere provocado un verdadero enfrentamiento de poderes entre un poder legislativo legítimo y un poder judicial precario, cuestionado y debilitado, que pondría al desnudo absoluto la camuflada dictadura del siglo XXI.
Ese fulano informe de la Comisión que determinó mucho tiempo después, con abundantes pruebas -lo que estaba a la vista- la fraudulenta designación de los magistrados, no va a lograr lo que procuraba. Demasiado tiempo,  solemnidades contraproducentes. Le dieron tiempo al tsj para que Carrasquero armara una truculenta sentencia que inhabilita al Parlamento para revocarlos.
Ramos Allup,  excusó la humillante reculada de la bancada opositora diciendo que “a veces es preferible doblarse para no quebrarse”. Lamentablemente con esa actitud solo ganamos este teatro del absurdo y la comedia en que convirtieron la victoria del 6D y el nuevo Parlamento.


Parafraseando al  extinto ex presidente Carlos Andrés Pérez, yo “hubiera preferido otra muerte” para el Parlamento venezolano, que este papelón de actores de reparto de una aburrida comedia.


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