Juan Pablo Pernalete, un mártir de la dictadura roja




Oliver está consternado con la noticia de la muerte del sobrino de Antonio, su pana del alma. El  joven deportista Juan Pablo Pernalete, estudiante de contaduría de la Universidad Metropolitana asesinado en las adyacencias de la Plaza Altamira el día 26 de abril de la forma más cobarde, un disparo de una bomba lacrimógena efectuado a pocos metros y accionada directamente con la clara intención de ejecutarlo -pues no cabe otra conclusión- dio en su pecho. El asesino, uno de los esbirros del régimen chavista entrenados como perros de presa para aniquilar con ventaja, premeditación y toda la alevosía inimaginable a quienes pacíficamente e inermes manifiestan su descontento con el holocausto que desde Miraflores dirigen con toda la saña macabra seres desquiciados, adoctrinados por el odio y la perversidad para mantenerse usufructuando ilícitamente el tesoro público hasta que la macolla no dé para mas lujos y derroches al socialismo del siglo XXI.

El asesino por naturaleza que le disparó seguramente portaba un disfraz de guardia nacional al mejor estilo de Robocop para inspirar confianza a sus víctimas. Seleccionó al chamo ideal para coronar la gloria en el infierno, pues ese muchacho alto y buenmozo reúne todas las condiciones para recibir un premio de ciudadanía ejemplar. Un disciplinado estudiante de la Universidad Metropolitana, destacado jugador del equipo de  básquet que la representa nacional e internacionalmente, hijo único de la pareja Pernalete-Llovera, sus principales fans como él les decía a sus padres. Un chamo que en sus pocos ratos libres se dedicaba a socorrer perros y gatos enfermos o abandonados en la calle, para luego de recuperarlos buscarles por facebook adoptantes. Un chamo que su corta vida la consagró a honrar y amar a sus padres, a ganar amigos, a practicar y animar el deporte del baloncesto y ayudar a sus semejantes. Por ello, también estaba ese día en la plaza Altamira reclamando el rescate de la democracia que nos usurparon. El salmo 91, su gorra y su bandera eran los implementos que llevaba en un morral

Solo nos queda pedir que su muerte no haya sido en vano. Paz a sus restos.




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