Mi frustrado Plan B








Mis visitas a Bogotá durante los años 2009 y 2010, no deben quedar excluidos de estas memorias dada la relevancia que en lo personal tuvieron esas actuaciones en la etapa final de mi carrera profesional relacionadas con el sector bancario.
Durante la tormenta política que desató el gobierno de Hugo Chávez contra la banca venezolana, acosando y acusando a los agentes del mercado de capitales por su supuesta incidencia en el brusco incremento del valor del dólar en el mercado no oficial, apareció en nuestra oficina el negocio de instrumentar la participación de inversionistas en una subasta para optar con posibilidades en la compra del paquete accionario de Fogade (Fondo de Garantía de los Depósitos Bancarios de Venezuela) en una institución bancaria colombiana, que había obtenido dicho ente gubernamental en pago o garantía de uno de los auxilios financieros que efectuó (fogadeó se decía en la jerga de la emergencia) durante las celebres “olas” que arrasaron buena parte del sistema bancario en 1994 y que estrenaron el segundo quinquenio del presidente para la época, Rafael Caldera. Los jefes de la oficina me encargaron la logística jurídica y administrativa de esa iniciativa. En esos días las relaciones entre los presidentes de ambos países (Uribe y Chávez) atravesaban por uno de sus peores momentos.

Recuerdo de mi primera visita a Bogotá con la finalidad de hacer las indagaciones técnico-documentarias previas, que estuve acompañado por los potenciales inversionistas españoles y venezolanos, por lo que no faltaron buenos momentos gastronómicos y la consabida rumba nocturna. Yo quería conocer Bogotá hacía tiempo -ya había visitado Cartagena-, me llamaba la atención la historia contemporánea de ese país, asolado por la guerrilla durante décadas, sobre todo desde el asesinato del carismático líder Eliecer Gaitán, y otra razón para visitarla fue que la célebre telenovela “Betty La Fea”, seguida con mucho interés en Venezuela y toda Latinoamérica, había despertado mi curiosidad por varios sitios de la ciudad de Bogotá que sirvieron de locaciones o escenarios a memorables capítulos de esa comedia.
Esa primera visita por supuesto estuvo rodeada por todo el lujo que estilan los inversionistas bancarios; un estupendo hotel cinco estrellas (Hotel Casa Medina) con un área de ciber y oficina ideal para preparar la documentación e información preliminar indispensable en la antesala a una negociación de esta magnitud. Allí sostuvimos gratas reuniones con los “contactos” que nos hacían lobby ante las autoridades del Gobierno colombiano vinculadas con el proceso de la subasta.
 Esa primera visita también nos sirvió para hacer un poco de turismo, conocer el Cerro de Monserrate, la Quinta-Museo de Bolívar, el Museo de Botero, la Casa de Nariño, la Corte Suprema de Justicia (célebre por el atentado del capo Pablo Escobar Gaviria), la Zona Gastronómica de Usaquén, etc. De la visita a la Casa de Bolívar, me impresionó la diminuta cama del Libertador; eso me puso a imaginar a ese hombre tan bajito, casi enano, librando las batallas que nos dieron la independencia y consagraron su gloria, y a su vez escribiendo los históricos discursos y proclamas que evidencian su temple y genio.
Zona Gastronómica de Usaquén

Las otras visitas que luego hice a Bogotá para formalizar la participación en la subasta y finiquitar algunos aspectos técnicos y financieros, me permitieron disfrutar más de la excelente gastronomía bogotana, así como visitar algunas edificaciones de viviendas en desarrollo, ya que comenzaba a parecerme atractivo y posible ese país como plan B, ante las serias amenazas del Gobierno de Hugo Chávez de implantar un régimen comunista en Venezuela. Además, mis actuaciones y gestiones para ganar la subasta fueron ampliando mis posibilidades de acreditarme un cargo de relevancia en la Institución que se pretendía adquirir.

Bogotá seduce por su limpieza y orden, su agradable clima, la educación de los cachacos y su crecimiento económico y cultural; no se ve indigencia y ahora se respira mucha seguridad a pesar de que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) continúan en muy baja escala estallando bombas y secuestrando gente.
Cerro de Monserrate - Bogotá

Me informo que muchos venezolanos se han venido a vivir a esta ciudad, espantados por la violencia e inseguridad que azota a los venezolanos. Las subsiguientes visitas fueron para recibir formalmente el resultado favorable de la subasta y preparar la asunción de la institución ante la Superintendencia de Bancos de Colombia; Organismo que es de una rigidez absoluta en los protocolos de seguridad, por lo que en la fase final debimos sortear unos cuantos escollos relacionados con los aspirantes a ocupar los cargos de dirección de la institución. Cuando ya estaba ganado para la idea de ocupar una magnifica posición en la directiva del banco, el principal inversionista decidió negociar con otros venezolanos su paquete de acciones. Ello por supuesto desbarató mis planes de ocupar la posición ofrecida y debí abandonar el plan B con el cual me había ilusionado para emprender un nuevo destino profesional y una mejor vida. Me quedó conformarme con un puesto de suplente en la Junta Directiva y la poca paga que había estimado a mi trabajo por tratarse de mis amigos. No es fácil a esta edad comenzar de nuevo en otro país, pero me pareció ideal esa ciudad para el retiro. Bogotá me dejó los deseos de volver en familia.

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